IRREDENTOS

 

Pensé dejar de amarte de una vez
Fue algo tan difícil para mí
Si alguna vez, mi amor, piensas en mí
Ten presente al recordar, que nunca te olvidé.

Siempre he creído que ser yo misma me abriría las puertas de un mundo más natural y cercano y que con esta actitud tendría a mí alrededor a la gente que quisiera tener cerca. Pero con el tiempo entendí que eso no es cierto y no hay nadie en la tierra que conozca mi yo más profundo; incluso yo misma desconozco parte de ese entramado que se teje y desteje configurando mi persona.

Me interesa la gente que está loca por vivir,
loca por por ayudar, loca por cantar, 
loca por amar.

Así las cosas  y ante mis ojos se muestra como funcionar a base de sentimientos y emociones ha caído en desuso  y si quieres mantener relación con ciertas personas has que sentir menos y pensar más.

Pensar en ¿Cómo le parecerá esto?; ¿aquello le molestará?; ¿hablaré a demanda?; cómo me traten así los trataré. Y, queridos amigos, todos estos parámetros de comunicación, aparte de parecerme desoladores, me alejan de mi proceder natural con lo cual vuelvo a recordar que no hay ni una persona bajo las estrellas que conozca todo de mí; y eso sí que me asusta porque unos conocen unas cosas otros conocen otras pero nadie, absolutamente nadie, conoce la totalidad, insisto,…ni yo misma.

Y es entonces cuando me pregunto qué pasa con las relaciones entre los humanos.

A la sazón, sigamos  sincerándonos, algunos creemos en el matrimonio como institución organizadora y reguladora de una sociedad, permítanme decir que eminentemente masculina; un sacramento cuna de amor, ternura y buenos valores, en el mejor de los casos, pero también una institución desfasada emocionalmente porque ustedes me van a contar quién en su sano juicio jura, ante Dios y ante los hombres, que amará a la persona que tiene a su lado durante toda la eternidad. Lo del respeto lo acepto.

Y casos habrá. Sin ir más lejos, recuerdo que mi madre en el lecho de muerte de su marido farfulló:- ¡Cuánto quise yo a este hombre!- Y esta frase tan sobria, dicha por una mujer sencilla y en aquel escenario  tan especial donde la muerte merodeaba, redoblaba su valor. Pero de esto ya hablaremos otro día.

Repito amigos, casos habrá, pero a día de hoy ese amor entregado, abnegado y total  ya no está de moda; es más, me atrevería a decir que va en contra de los principios con los que educamos a nuestros jóvenes; porque les inculcamos, en mi opinión con acierto, la idea de que tienen que ser independientes física, emocional y económicamente; les infundimos respeto en sí mismos, en sus opiniones y en sus propios criterios. Les enseñamos a decir que no y a no hacer aquello que no quieran, entonces señores míos, la incongruencia está servida dado que  ninguno de estos principios modernos encaja con la idea que mi señora madre y mis tías tenían del matrimonio para toda la vida.

Un siglo después de la conquista del Polo Norte, los humanos siguen casándose confiados en el amor eterno para que al paso de no mucho tiempo, o si, acabar buscando la chispa de la vida fuera de los límites que el matrimonio impone, pero nunca lejos de lo que su intelecto necesita. Así que ¡viva la imaginación!

Al margen de estos desbarajustes mentales, ayer le comentaba a una amiga que, a estas alturas deberíamos de hacernos responsables de nuestra propia felicidad y no cargar con ese pesado fardo al que no nos quiere, ni al que nos quiere, ni al que nos ayuda ni, por supuesto, al que nos ignora.

Y, como me gusta pensar, pienso que hay ciertos temas íntimos e intransferibles como la sexualidad propia, los sentimientos profundos o los sentimientos indebidos, en los que las personas mienten al mundo en general y lo que es peor, se mienten a sí mismas; pero lo que resulta tremendo es que no seamos capaces de reflexionar el por qué ni el para qué de las emociones más inconfesables; por eso declaro, aquí y ahora, que llegar a todas esas verdades, que a lo largo de la vida han hecho una muesca en el fondo de mi corazón, resulta un desafío permanente y un auténtico regalo.

Aunque sea un proceso doloroso sacar la verdad del oscuro rincón que habita en tu interior y alumbrarla con la luz de la normalidad, es un bálsamo para el espíritu.

A fuerza de ser sinceros y, también producto de una casualidad en la que no creo, encontré  algunas malaventuras en el acervo de mis realidades pasadas, algunas son dolorosas de asumir, otras traumáticas y otras sencillamente casuísticas porque las situaciones deliciosas y sutiles parece que no imprimen carácter.

Y esas malas experiencias que se ocultaban danzando, cual silenciosos y corruptos  fantasmas en este alma desgajada e imprevisible, una vez fuera de mí, y liberadas del miedo que las hizo ser y crecer, enriquecen y hacen más auténtico mi caminar por el mundo y queda claro que serás libre cuando decidas ser tú mismo, descaradamente tú, tal cual eres, sin máscaras; tú en cada pulsación; tú en cada respiro.

Con la vehemencia que se dicen las cosas que son absolutamente ciertas, me atrevo a sugerirles que  no se cansen de pensar bien, no se cansen de ser generosos, de ayudar al que les necesite. No se cansen de querer sin condiciones ni de repartir sonrisas por doquier, porque yo, como Javier Marías, pude callar y callar hasta olvidar y de repente uno cuenta secretos, y contar se convierte en  el mayor lazo de unión  entre dos amigos y la mayor de las lealtades de la existencia.

                                                           Ana García de Loza

Eres lo que piensas.

 

 

DEBES

 

1. Debes de tratar a los otros como quisieras ser tratado.

2. Aprende a escuchar antes de hablar.

3. Piensa siempre en positivo.

4. Tu bondad y tu tiempo es el regalo más grande que puedes ofrecer.



Somos todos los caminos que 
hemos recorrido.

Entonces yo( como J,M. Pérez G.) me pregunto si un recuerdo es algo que tenemos o algo que hemos perdido.



Somos todas las conversaciones
que hemos mantenido.
Somos todos los alumnos que hemos educado.

                           ANA GARCÍA DE LOZA

HABLA Y TE COMERÉ A VERSOS

 

Hace unos días, no demasiados, mi amigo Javier Gámez, me pidió que prologase el libro que recopila los relatos finalistas en el  Certamen Joven de Relatos Cortos “Tigre Juan” y que ve la luz precisamente hoy, 29 de octubre de 2021.

Cada vez  que tengo que escribir por encargo, tarea  tan exigente como divertida para mi cerebro, el mundo y los que me rodean, queriendo o sin querer, se confabulan conmigo porque, permitidme amigos que como Alberti: Yo nunca seré de piedra, te hablaré cuando lo necesite, lloraré cuando haga falta y te amaré en cada instante (mientras te ame), por eso a veces me cuesta creer que no tengas nada que contarme. ¿En que momento me he bajado del mundo de los mortales?

Habla y te comeré a versos.
Gracias, Julito,
tu cabeza es un totum revolutum de
ideas.
Aquí os dejo el prólogo mencionado:

Lo mismo que la historia de un país no se construye solo con nombres y fechas en el calendario, la historia de la Asociación Tribuna Ciudadana no se construye solo con los Premios “Tigre Juan” en su edición de adultos; ni con las muchas conferencias, impagables; actos e intervenciones culturales que organiza.

En la historia de esta Asociación, que trabaja por y para la cultura, ya empieza a tener un considerable peso específico el Certamen Joven de Relatos Cortos “Tigre Juan” como lo demuestra esta, su tercera edición.

Porque los que creemos que las humanidades, el arte, la filosofía, la historia y la literatura, entre otras, convertirán a los jóvenes actuales en adultos más reflexivos y en ciudadanos más comprometidos, apoyamos incondicionalmente la participación de nuestros iniciáticos escritores en el universo cultural de los mayores, en pos de una comunidad más comprensiva.

Uno de los retos más difíciles que nuestra sociedad tiene por delante es desconectar a los jóvenes del artificio del mundo virtual y conectarlos con el mundo real, y desde Tribuna Ciudadana, con este premio de relatos para jóvenes, aportamos nuestro granito de arena en busca de personas más libres y de un entorno más ecuánime. Y somos conscientes de que la educación, y en este caso concreto la literatura, es la llave que abre o cierra el depósito de un saber y de un placer, por fuerza solitario y envuelto de un aura de trasgresión, que deseamos para los jóvenes.

Escribir es otra forma de leer, otra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, por eso fomentar la escritura en los jóvenes, aparte de en su beneficio propio, redunda en ayudar a sus compañeros.

Sabemos que participar en este premio literario les genera la sensación de juventud rêveuse; y más aún, ser finalistas, les proporciona un punto adecuado de soledad y diferencia. Aunque debe de quedar claro que, nosotros como entidad, no buscamos una juventud letraherida, ni siquiera genial, pretendemos una juventud sana, en el más amplio sentido de la palabra, y proactiva.

Las lecturas obligatorias, los clásicos que hemos leído siempre, tienen un nivel excelente pero no les hablan a nuestros chicos de la realidad de sus días. Una de las cosas que hace que nos guste leer es la empatía que logramos con los personajes porque nos ponemos en su lugar y tenemos la oportunidad de vivir una vida que, de otra manera, no viviríamos, por ello conseguir que la juventud escriba, publique y lea cosas de jóvenes, siempre será una buena apuesta cultural.

Dice Carlos Ruiz Zafón que: “Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él”, por eso queremos felicitar a todos los participantes en la tercera edición de este premio, a los finalistas, a los miembros del jurado y por supuesto, a los que tengan el privilegio de leer este recopilatorio que, con tan buen tino y tanta profesionalidad, ejecuta la Editorial Pez de Plata.

Larga vida al Certamen Joven de Relatos Cortos “Tigre Juan”

 ¿En que momento me he bajado del mundo de los mortales?


                                                                          

                                                                       Ana García de Loza

PADRENUESTRO

 

Sentada encima de la mesa con los pies en el banco de la cocina, los codos apoyados sobre las piernas y las manos sujetando la cara, observo a Fina. En este cuadro tan familiar para los que me conocen, y dentro de mi cabeza, se hilvana el siguiente movimiento del peón  en  una partida de ajedrez que en estos tiempos juego con la vida; con la maravillosa y emocionante vida que tenemos los humanos de piel adentro.

Yo, aquí, veo la esencia de una persona.





















–Me encanta  jugar,  me encanta jugar limpio y apostar fuerte, Fina; me encantan las emociones sine tempore, esas que te encogen el estómago siempre con la misma intensidad y que nunca pasan de moda y,  alguna vez, hasta pienso que el objeto de la existencia es mantener viva la llama del desconcierto, la ilusión de la niñez y la locura de la juventud–. Ella me mira con su media sonrisa divertida y sus ojos vivarachos, sin entender nada.

Jugar es uno de los placeres de la vida desde que nacemos hasta que morimos y una de las formas más contundentes de aprender y, por ende, de enfrentarse al mundo.

Dice alguien, conocedor de mis desvelos pasados y presentes, que soy eminentemente caprichosa pero sobre todo, imprevisible, y yo, que sigo sentada en la mesa de la cocina, converso con Fina, la gitana, que hoy ha venido a recoger comida; y le pregunto:

– ¿Cuántos años tienes, Fina?–  la observo con la calma y el sosiego que me produce este soleado sábado de septiembre.

Ella contesta sin mirarme a los ojos pero con la confianza que dan quince años de amistad –No sé, creo que sesenta, pero igual son setenta–Tuvo que haber sido guapa hace no sé cuánto – ¿Quieres aprender a leer?– Entonces sí que me mira y veo claros los surcos blancos de su cara, donde las arrugas no han dejado entrar el sol –Vino una social y empecé, pero nada– Pues va a ser verdad que da igual sesenta que cien.

También he oído decir, y perdonadme que insista en contaros lo que oigo  –Tengo los años que tengo y, dándose bien, me quedan otros diez de calidad y disfrute, así que voy a saborear cada minuto como si fuera el último– No entro en disquisiciones sobre cuál es la edad adecuada para pensar esto pero, tengo claro que, la vida es un juego.

No, la corona y el cetro no son lo que confiere a la reina autoridad sobre sus dominios, son su gramática, su motivación para vivir y su manera de estar. Y si no nos ofendiera cualquiera con sus estupideces y nos tomáramos la existencia como un juego con pocas reglas pero claras, entonces, seríamos felices como dos amantes en verano junto al mar  que luego olvidan sus nombres para siempre.

Si tenéis el privilegio de poder jugar, jugad.

No desperdiciéis el misterio de la existencia porque os permitirá cruzar desiertos y surcar los mares mientras dejáis atrás el sonido de los disparos de los hombres y el acre olor que desprenden los sentimientos marchitos, mientras arden.

Cuando me siento segura y protegida y amistosa, me giro y te sonrío con una de esas sonrisas que cautivan al mundo, porque en esos momentos soy capaz de viajar por lo inmenso y lo maravilloso. Soy capaz  de saltar las barreras hechas, solo, para los pobres de espíritu y, mi impredecible y caprichoso aliento, me permite ver todas las trivialidades diarias como prodigiosos enigmas.

El momento no tardará en perderse en un vasto océano de ideas pues, tal parece que, en mi yo cotidiano encajan una fascinante confederación de milagros; y mis ocurrencias mentales nunca resultarán locuras carentes de magia.

Insisto, esos momentos son impagables porque una multitud de pensamientos geniales e inconexos recorren veloces mi cabeza para articularse cual serpiente multicolor en el instante siguiente. Y es entonces cuando sé que estoy viva y que juego, y que vibro y que sueño y que respiro, al ritmo que marca un universo paralelo en el que tú no vivirás, si no te arriesgas a jugar.

­Es ese momento, en el que Fina se aleja rezando, cuando vuelvo a caer en la cuenta de que si un escritor se enamora de ti,... vivirás eternamente.

Padrenuestro, que estas en el cielo,

Amaro Dad, savo san ade bolipe,

Teyavel arasno tiro lov,

Teyavel tiro rayan. 

Es una música especial oírle relatar el padrenuestro y doy gracias al Dios de los corintios por permitirme jugar.

                                                                ANA GARCÍA DE LOZA

Y aquí, veo la esencia pura y dura del atletismo.
Mirad bien, no os quedéis en la superficie


IL MONDO Y LOS VOLCANES DORMIDOS

 

Me gustaría que tuviéramos en cuenta que el Islam es una religión milenaria que ha convivido con nuestro cristianismo y con el judaísmo, entre otras religiones, durante muchos años y en muchos lugares diferentes. Así que apoyados en la sensatez, la cordura y la integridad moral, no debemos de confundir, islamismo, que según el Diccionario de la lengua española es “el conjunto de dogmas y preceptos morales que constituyen la religión de Mahoma” con, islamista, “que es lo relativo al integrismo musulmán” término este de integrismo, muy próximo a fundamentalismo el cual se utiliza para referirse a una interpretación rigorista del Islam y que justifica el uso de la violencia para alcanzar sus objetivos políticos.

¿Quién entreteje el hilo que asfixia ?

No olvidemos que los practicantes del islam se denominan musulmanes y solo un quince por ciento de los musulmanes del mundo son árabes y que nuestros prejuicios sobre religión e islam deben de desaparecer o por lo menos deben de ser analizados con la lupa del raciocinio.

Siempre que llegaba más o menos a la mitad de una botella de vino, se secaba las manos sobre sus pantalones rojos de poliéster, tomaba la biblia y comenzaba a dar golpes sobre ella. Nosotros intercambiábamos miradas de aburrimiento o de alerta. La Biblia, el Corán, ¿Qué más da?

Entre las consecuencias de los fundamentalismos religiosos citamos: los prejuicios, la discriminación, la intolerancia, el fanatismo, la persecución, la explotación física y el abuso psicológico dentro de determinada religión, pero no son de nueva invención, queridos lectores, son problemas  ancestrales.

Vemos los problemas pero no somos capaces de ver la solución y estoy segura, desde el desconocimiento, de que la usura económica y  la ignorancia, están entretejiendo el hilo que asfixia.

El barrido de derechos fundamentales, los enfrentamientos étnicos pero sobre todo el despotismo contra las mujeres afganas es lo que ahora nos corroe el alma.

Afganistán es un cruce de caminos entre Oriente y Occidente, un puzle étnico y un territorio disputado por británicos, soviéticos y estadounidenses, sin embargo, también es un país bello, de gentes amables, que ha cobijado los budas más grandes del mundo aunque también ha sido un caos milenario de violencia.

El peligro de la vuelta al poder de los talibanes en Afganistán, que presagiaba Mahboba Saraj, de la Red de Mujeres Afganas, va a hacer “retroceder al país 200 años”. Y es que el mayor retroceso para las mujeres afganas se dio cuando esta facción impuso su versión radical de la ley islámica entre 1996 y 2001. Se les prohibió estudiar, trabajar, salir de casas solas, “mostrar la piel” en público, acudir a una consulta médica atendida por varones, reírse en voz alta, usar tacones, vestir ropa colorida y  vistosa, participar en política.

 Las mujeres no podían vivir libremente.

Las mujeres no tenían derechos.

Las mujeres no eran seres humanos.

Los derechos sociales y económicos recuperados estos años, están en peligro. La parlamentaria Farzana Kochai ya lo alerta: “El peor escenario es que eliminen por completo a las mujeres de la sociedad, que nos quedemos en casa. Las mujeres afganas no podemos aguantar eso. Habrá resistencia”.

En definitiva, a día de hoy, Kabul es una ciudad mordida en las entrañas por la incertidumbre y el terror y nada sirve de consuelo.

A estas alturas deberíamos de ser conscientes de que, en el mundo actual, la ignorancia es un lujo que ya no nos podemos permitir.

Alcemos nuestra copa y brindemos por un futuro mejor.

                                       ANA GARCÍA DE LOZA


 

 

 

 

MEA CULPA

 SOY UNA EXAGERADA

Soy escritora, así que no debéis de creer todo lo que digo ni tampoco debéis de descreer, porque en todo lo que  cuento siempre hay una parte de alma y otra porción de fantasía.

Creo que todos tenemos más de una cara y más de una realidad y  que  todas ellas son ciertas  por eso debo de confesaros, amigos míos, que en una de las caras de mi medallón aparece una reina, como la de Inglaterra, en su senectud, a la cual admiro y respeto, y en el envés de esa medalla se ve una gitana  a la que gusto de lucir en mis redes sociales.

Me siento identificada con esta,
mi gitanilla particular.

Con ambos personajes me siento total y absolutamente identificada pero lo seguro es que mi pensamiento no se detiene y según avanza, la vida, me acerca a personas increíbles y aleja de mi a personas que quiero y me gustan, y eso que las quiero de querer y me gustan mucho, pero si decía Giovanni Papini que el arte más perfecto, la música, late, pasa y desaparece, por qué no va a ocurrir lo mismo con los sentimientos.

Sentir también es un arte que necesita práctica  por eso me pasman, y a la vez me resultan tan atractivos, esos extraños ejemplares humanos, tanto en masculino como en femenino,  primitivos, ancestrales y muy arcaicos que tienen un trozo de hielo por corazón. Pero no nos engañemos porque aunque ves en ellos un dechado de defectos  y  te crees por encima de sus miserias, al final, tú, no eres más que una de sus blasfemias.

No sé cuál es el motivo por el que, siempre, sin excepción, soy poseída por aquello que creo poseer  y la exageración en mi sentir me hace vulnerable a más cosas de las que me gustaría,  como por ejemplo: un niño que llora, un gato atropellado,  un perro perdido,  un anciano que no tiene contertulio y alguno de esos seres antediluvianos  que parecen habitantes de otro tiempo.

Otras veces me siento identificada con todos los impresionables de mi mundo próximo, y me imagino como una torre con alta frecuencia de vibración que emite una luz potente, a intervalos, para orientar a los más  sensibles; y aunque soy consciente de que hasta finales del siglo XVIII todos los faros se iluminaban con hogueras, yo, a mis adláteres,  los atraigo con fantasía e imaginación y como el faro de Ortiguera  tengo de característica un grupo de dos ocultaciones blancas y veintidós millas de alcance; la linterna de mi faro funciona con sensibilidad y empatía; es multicolor, multirracial y posee una cubierta brillante. En caso de fallo, entra en funcionamiento otra linterna alimentada por realidad y es en ese momento, cuando desciendo a los infiernos.

Insisto, los que me conocen bien, dicen que soy una exagerada.

 

Siempre soy poseída por aquello que creo poseer.


ANA GARCÍA DE LOZA

 

EL JUEGO DE LA VIDA

Parece que estos días el insomnio lleva tu nombre porque en el origen de la historia este juego fue considerado como parte de una conmoción perfecta, yo diría que, en los datos DES para objetos trasneptunianos. No sabría deciros si en el cinturón de Kuiper o en la nube de Oort y cabe recordar que a principios de 1900 se supuso que había planetas más allá de Neptuno porque, de hecho, una hipótesis similar había conducido al descubrimiento de Neptuno a partir de distorsiones en la órbita de Urano. 
"El tiempo te dirá lo que 
vale cada persona"


Así, tras muchas coincidencias y casualidades, en las cuales los de mi clan no creen, decidimos jugar aquel juego en el que podías ganar no se sabe qué o perder tu estoicismo. Y como la locura y la búsqueda de emociones es una de las condiciones que más significan a los humanos, entonces, levamos anclas detrás de la infinitud del misterio. 

 Y empezamos a jugar y pusimos normas. Navegamos sobre las emociones que la vida tenía escondidas en las entretelas de nuestros instintos y seguimos jugando, entiendo que, con gallardía y altruismo. 

Aproamos el viento sin vulnerar la cordura pero… el final estaba escrito. 

A partir de casi nada te construí y aunque fuese el simple juego de una ingenua soñadora, pasó a darme instantes de pura vida porque, insisto, a partir de casi nada me regalaste todo lo que me atreví a reclamar y de mi mano tuviste algo de todos aquellos a los que quise, y quizás, solo quizás, algo de los que me ignoraron. 
 
Apareciste en mi fantasía, tan genuino, tan cercano y tan lejano e imposible que sería dueña de todas tus ideas y de ese paraíso que curaba las angustias, mientras yo moría lentamente entre unos versos. Podían ser las delicias que pensamos, las locuras que creamos en ese delirante rincón de la mente donde nadie nos encuentra, pero ahí estabas tú, de la mano de aquel juego de rol. 

 Y ahora que todo ha acabado, como en la crónica de una muerte anunciada, siento nostalgia de escuchar tu risa suave y angustia por sentirme abandonada en ese rincón del alma donde guardo sabe Dios cuantas locuras. 

 Hermana, ya no quiero significarme, ni pedir, ni decir, ni llorar, ni dudar, ni ser una más en juego tan antiguo como la propia humanidad. Hermana, ya no quiero ni jugar. 

 Podemos decir sin temor a equivocarnos, que en la vida todo es juego, y ya se sabe que en los juegos unas veces se gana, otras veces se aprende y las más de ellas, sencillamente se es. 

 Pero nadie podrá acusar a esta saga de humildes escritores, a la que gusto de pertenecer, de no tener arrestos para enredar; ni nos acusarán de carecer de imaginación para existir; ni mucho menos se nos vilipendiará por no poseer valor para vivir. 

 Pero por no saber, no sé si juego para poder contar, 

Si sueño para poder jugar, 

O, en realidad lo que hago es, fantasear para poder vivir. 

Pero lo cierto es que aquí estoy, a altas horas de la noche, disfrutando del puto insomnio 

 Que lleva tu nombre por bandera, Zeus. 


                                                                        ANA GARCÍA DE LOZA
"A donde sea que vaya la multitud,
ve en dirección contraria"
Charles Bukwski




EIVISSA

 NO HAY VERANO SIN SU BESO

En la línea del tiempo y con la vehemencia  que se comentan  las cosas que son absolutamente ciertas, os digo  que echo de menos esa manera de estar juntas. Escuchadme, ya no somos como éramos, nos hemos vuelto más felices y menos cerebrales pero todo tiene un final, amigas, lo que da valor a las cosas es saber que hay un final.

Buen presagio de un viaje de mujeres, 
todas mujeres.

El grupo no podía ser más variopinto y desplegaba una amplia gama de colores de piel (incluído el St. Tropez), de edades  y de idiosincrasias,  de gustos musicales y de estados civiles pero, aun  así, constituíamos un mundo paralelo lleno de empatía y de saber estar. Viajábamos  como viaja la gente que se ilusiona con la sencillez de la vida y, pilotada nuestra nave por la más jovencita, nuestros cerebros se convirtieron en un hervidero de sana emoción y de campechana templanza.

La noche anterior había sido buen presagio de un viaje de mujeres, todas mujeres. Compañeras, amigas, conocidas, pero mujeres al fin y al cabo; benditas mujeres  que pueden convertir en cálido y acogedor cualquier rincón del mundo y son capaces de dar la vuelta a situaciones muy complicadas. Benditas mujeres  que aportan chispa a mi vida cotidiana y me inducen a pintarme las uñas y a no bajarme de los tacones. Benditas ellas, que respetan el silencio y me hacen pensar que la feminidad, aparte de en una cabeza bien amueblada, también se intuye en la forma de estar en la vida. Honradas somos  por mirar al interior y observar la enorme valía que nos sustenta y, enaltecidas también, porque todas juntas conseguimos tener paz.

Algunas pensaban, otras protestaban y  todas dábamos órdenes porque  nada era importante y la vida trascurría  con ese flow  tan actual. Entonces  abrázame fuerte y te contaré que la existencia es ese momento reconfortante que ha pasado como un soplo pero que ha dejado un poso de amores y desamores, de batallas perdidas y guerras ganadas, de personas que conviven contigo y que tanto te dan; de divisar el ala de un avión a vuestro lado y atracarme de reguetón; de hacernos mil fotos y de alternar con la jet en el  Blue Marlin de Los Cabos o en Beso Beach de ses Salines y , por supuesto, el divisar  una  inolvidable puesta de sol con esa luz mágica en Cala Conta.

Y sí, la existencia de antiguas historias vive presente en nuestras cabezas porque todo lo que estaba más allá de la línea de lo habitual lo teníamos que imaginar, cosa que no ocurría en Eivissa, pero también sé que en este planeta, el nuestro, hay gente que necesita alivio por eso quiero arrullarlos con mi voz y dibujarles con palabras una armadura para su corazón, una armadura que los preserve de convertirse en un ejército de desalmados y contrariados. Por eso pido  la verdad en la existencia  o, lo que es lo mismo, deshacernos de la mentira que mata más lentamente.

Tendremos que poner siempre en valor  situaciones como esta que hemos vivido  porque ensalza el compañerismo,  entreteje amistades y fomenta el desapego, y sí,  la idea de que la vida es algo finito, Dios mío, nos obnubila la mente hasta hacernos olvidar que, de momento, estamos aquí y merece la pena el camino. ¡Merece tanto la pena!

 Por  vosotras, por nosotros; por una palabra de ánimo; por un: estás guapísima esta noche; por un vinito con confesiones; por eso y por mucho más.

¡Gracias a la vida,…por la vida y por teneros como amigas!

                                                                             ANA GARCÍA DE LOZA

Comer aquí, fondeadas, en Cala Bassa Beach Club, te da una perspectiva diferente de la existencia


 

LOS NIETOS DEL DIABLO

Nota de la autora

La historia de un país no se escribe solo con fechas y nombres con mayúscula. Por eso, mi objetivo, como humilde escritora que soy, es romper el silencio generado por el miedo en las familias a ser familia con el recuerdo y la memoria; aquella Longa noite de pedra del poeta Celso E. Ferreiro es un ejemplo de las muchas vidas destrozadas que el olvido engullía con apetito voraz. Darle vida a un ser querido que fue hijo de una época aciaga, por violenta, era un compromiso para mí. Porque es cierto que, si asumimos el pasado, se puede comprender el presente, que también sirve para proyectar una imagen de esperanza hacia el futuro.

Los nietos del Diablo

Esta es una historia real, llena de vida, de emoción, de aventura de alegría o tristeza…  tanto mía, personal, como vuestra. Porque en este nuestro país, todos encontraréis algo parecido si alguna vez tomáis la decisión de remover las cenizas, resultado de los fuegos encendidos de amadores, como diría el poeta. Si consigo que tú, querido lector, sientas como tuyas aquellas vidas recordadas en las páginas de mi novela, este libro habrá cumplido uno de sus cometidos y yo, personalmente, estaré satisfecha. Y a pesar de presentarse con una prosa sencilla, no prescinde del tono lírico y emocionado que le da alas al sentimentalismo que me llenaba cuando la escribía y profundizaba en los personajes. Has de saber que los ambientes y personajes son reales y propios cada uno de su época (Paulita y Dominga de principios del siglo xx, y la narradora y su prima, de principios del xxi), y con ellos la novela se abre hacia las vastas estepas legendarias de la Guerra Civil, y hacia la complejidad del alma humana, cuya parte más sórdida trata de comprender la autora con el amor a su propio abuelo, Fausto.

Hablar de esta obra supone hablar de una situación bastante normal para aquel siglo, donde un hombre, desarraigado por las situaciones, abandona a sus hijos. Pasado un tiempo, sus nietas, Marian y Ani, indagan en aquel comportamiento e intentan exculparlo a fuerza de recalcar los lazos de amor que dan sentido a su existencia. La contradicción se manifiesta al profundizar en los márgenes de la libertad del individuo, porque, cuando intentan paliar la mala actitud del abuelo basándose en las circunstancias históricas (la guerra o el hambre), siempre llegan a la conclusión de que otras personas, en iguales circunstancias, reaccionaron de forma diferente. Sin embargo, es justo terminar diciendo que escribir es lo mejor para comprender y justificar la razón de una voluntad rota por el destino. En fin, lector avisado, mi objetivo con estas letras es propiciar una lectura atenta para que esta novela se defienda sola en el proceloso mar de la vida que le tocó surcar a Fausto en aquellos tiempos.



LO REAL, LO IMAGINARIO Y LO SIMBÓLICO

 Voy a poneros al día; lo que os conté el mes pasado y lo que vais a leer a continuación forman parte de una historia corta que estoy pensando en publicar de manera inminente y que se titula, Atletismo de mi amor. Seguimos detrás de una joven inquieta y muy sensible, llena de energía, de amor y de pasión por  el atletismo. Una joven que a pesar de tener sus miedos y de haber sido educada en una sociedad de principios estrictos, y muy sesgados en función del género en la España de los sesenta y setenta, se reveló contra los cánones establecidos, la doble moral y el papel pasivo de la mujer en el mundo. Reclamó para sí la independencia de criterio y la capacidad de gestionar sus propios sentimientos, y en aquel momento, no era muy consciente de ello.

Atletismo de mi amor.

Así continúa esta leyenda contada por nuestra amiga:

"Él, era atletismo en el sentido más mitológico que la palabra pudiera poseer. Él y su vida; él y su independencia; él y sus ideas simples; él y sus tontas preguntas; él y su infantil presunción; él y nada, él y todo.

Fueron dos largos años de perseguir una quimera, de necesitarte, de soñar contigo; una noche este verano te buscaba entre las paredes de madera de un hotel en la montaña y te encontré guiada por tu risa…..ohhh tu risa.

Esta es mi vida y no voy a dejarla pasar porque sí, no voy a irme a ningún sitio sin volver a hacerte el amor, sin haber sentido tu corazón cerca de mí, sin encontrar simpático tu romanticismo, sin subirme a tu espalda, sin envolverme en tu manta, sin observarte ahí abajo, sin mirarte mientras  duermes, sin apoyarme en tu pecho, sin peinarme con tu peine, sin abrazarme a tu camisa, sin controlar tus maniobras, sin disfrutar de tu ingenuidad y sin echar un vistazo a la toalla que te envuelve recién salido de la ducha. ¿Sabes? Lo nuestro no fue pecado y además, yo no te culpo de nada.

Después en un amanecer limpio, en el que las calles no estaban puestas, me diste tu mano. A pesar de la noche loca que llevábamos encima recuerdo la caricia del aire en la cara, tu media sonrisa tan significativa y tu dulce expresión; tus locas manos, tus largas piernas, tu pelo mojado y tu ternura… ¡tu innata ternura!

Al cabo de la calle estaba el deportivo negro, entonces, diste media vuelta al Opel para abrir mi puerta con caballerosidad (no pude evitar pensar que era costumbre y eso me dolió porque trajo a mi mente lo efímero de este amor). Te sentaste con tranquilidad, te acomodaste y me besaste así, ligeramente, de forma espontánea como si fuéramos a compartir el resto del domingo o  incluso el resto de la vida (que no fuera así también me dolió pero siempre me he sentido un ser muy especial y aun siéndolo, creo que no seré capaz de olvidar esto)

Nunca te podré olvidar.

A esa mañana, de adiós sin palabras, le siguió su noche  y a esa noche le siguió otro día, y otro, y otro más, y a mí me gustaría saber dónde estás, qué haces, cómo te mueves y en qué piensas, amor, porque yo solo pienso en ti.

Cuando me llevaste a casa aquella madrugada de domingo, odié llegar. Odié no poder preguntar si te volvería a ver, sabía que nuestro momento había pasado. No pude dormir, solo te he echado de menos desde aquel momento hasta ahora mismo. Que desangelado está siendo este invierno del ochenta y tres. Tengo frío y el amor propio todavía me duele, sin embargo, no quiero que esta herida se cure.

¡Ohhhh Dios mío!

¡Tampoco quiero volver a la rutina,… pero de alguna manera tendré que olvidarte!"

 

Y de repente nuestra joven amiga se encontraría con un enemigo diferente: EL SILENCIO. Este la había devuelto a la realidad de su mundo, pero ella se repetía como un mantra algo que su padre decía a menudo, saber y  hacer deporte son las únicas soluciones contra la pobreza de espíritu y la sumisión.

Sé que no necesitamos más palabras entre nosotras porque nos comunicamos a través de un vínculo generacional eidético, sobre todo aquellas que hemos vivido imbuidas del espíritu conservador de la sociedad.

Además, y sin previo aviso, me acuerdo de Jacques Lacan y su teoría de lo real, lo imaginario y lo simbólico y entiendo que esta breve historia (de la que no habéis leído el final) aúna en su contenido los tres sustantivos en género neutro,... ¡como la vida misma!

   

Lo real, lo imaginario y lo simbólico
                                   Lo real, lo imaginario y lo simbólico


                                                                           ANA GARCÍA DE LOZA

 

 

DÉJAME QUE TE CUENTE

Resulta interesante leer lo que pensaba una jovencita de veinte años a principios de la década de los ochenta, porque los jóvenes de cada generación son los memorables creadores de imperios de sentimientos y emociones, además, tienden a ser siempre los mismos románticos y excéntricos cuya apertura a lo irracional  -las emociones, el misticismo, el éxtasis- los convierte en unos inadaptados en sus propias sociedades.



Todavía tengo veinte años.
1983. Todavía  tengo veinte años, mi pelo es rojizo y mi cara está cubierta de pecas, muchas pecas. Soy deportista de competición y me siento atleta hasta en lo más profundo de mi espíritu. Dice mi entrenador que los atletas tenemos amigos en todo el mundo y aunque yo tengo pocos amigos estos son buenos, pero conozco a mucha gente; me gusta la gente.

Estudio lo justo para aprobar porque solo voy a la facultad cuando acabo el entrenamiento y tengo claro que la única herencia que me van a dejar mis padres va a ser una buena formación, eso sí, me han enseñado a ser buena gente y a ser agradecida. Procuro no hacer a nadie lo que no quiero que me hagan a mí, pero a veces me cuesta.

Estoy segura de que la energía de la pasión mueve el mundo, pasión por lo que sea, por el arte, por la danza, por el amor, por el deporte, por los libros. Hace un par de años dudé entre dedicar mi vida a la literatura o al deporte y de momento me he decidido por correr.

Tengo buena afinidad con los que me rodean y a pesar de no ser excesivamente guapa, soy resultona (eso dice mi amiga) además de muy coqueta, y siempre tengo algún pretendiente que, dicho sea de paso, no me suele interesar mucho pero me halaga. A día de hoy un chico que no haga atletismo, que corra como un pato o que no sea bueno sobre el tartán, no me interesa, es decir, ni lo veo.

Viene a cuento decir que mi padre me educó como a un chico de la época y solo me exigía estudiar, viajar y hacer deporte. Creo que ya os he dicho que soy amiga de mis amigos y procuro no fallarles nunca, será por eso que tengo pocos. Parece que me gusta ser el centro de atención de algunas reuniones y admiro la inteligencia. Soy simpática pero a veces demasiado trasparente, otras veces soy capaz de callarme a tiempo. Reboso generosidad en las cosas materiales (eso es cosa de mi madre) y le concedo poca importancia al dinero, por el contrario soy muy posesiva con las emociones. No me gusta estar donde no se me aprecia e intento ser tolerante con los débiles. Defiendo a los que son injustamente tratados en mi presencia, sin embargo en otras ocasiones me callo o soy yo la injusta.

Adoro a los perros y aunque soy Antoñita la fantástica cuando tengo que poner los pies en el suelo resuelvo problemas y soy eficaz buscando soluciones. También dice mi padre que mi independencia, en los tiempos que corren, pasará siempre por tener independencia económica, así que peleo por las cosas que quiero y soy consciente de que me tendré que buscar la vida  pero nunca negociaré mi libertad con nadie, mi vida es mía.

Hace un par de años me enamoré de forma platónica (soy muy sensible al amor y a la fama) de un personaje popular y hace pocas horas el escenario cambió  por eso creo que es buen momento para trascribir íntegramente lo que como joven enamorada garabateé en una libreta con el objetivo de deshacerme de mi angustia amorosa.

Febrero de 1983: Quiero vivir, que no me ate el futuro ni las conveniencias, ni la asquerosa moral de la decrepita sociedad porque mi conciencia es la mejor moral. Quiero sentirme segura, respirar libertad, dedicarle mi vida al cielo, al infinito y a las estrellas, a la locura y también lo quiero a él, por nada que yo sepa, es lo contrario a lo que me gusta en muchas cosas y sin embargo tiene un toque que me envuelve, me obnubila la mente y me magnetiza.

Parece que ella nunca había mostrado ningún interés por las cuestiones ideológicas, aunque como estudiante se alejaba del conservadurismo y aunque se sentía algo insegura en un entorno altamente politizado se hallaba como pez en el agua en un entorno altamente intelectualizado.

Y hasta aquí podemos contarte hoy. No está claro si nos interesará el camino de aquella jovencita de los ochenta pero si que tenemos claro que la vida es una rueda con historias que se repiten y se repiten, y de pronto siendo todas iguales, todas son diferentes.

Adoro a los perros y admiro la inteligencia.


                                                                           ANA GARCÍA DE LOZA