Voy a poneros al día; lo que os conté el mes pasado y lo que vais a leer a
continuación forman parte de una historia corta que estoy pensando en publicar
de manera inminente y que se titula, Atletismo de mi amor. Seguimos
detrás de una joven inquieta y muy sensible, llena de energía, de amor y de pasión por el atletismo. Una joven que a pesar de
tener sus miedos y de haber sido educada en una sociedad de principios
estrictos, y muy sesgados en función del género en la España de los sesenta y
setenta, se reveló contra los cánones establecidos, la doble moral y el papel pasivo de la mujer en el mundo. Reclamó para sí la
independencia de criterio y la capacidad de gestionar sus propios sentimientos,
y en aquel momento, no era muy consciente de ello.Atletismo de mi amor.
Así continúa esta leyenda contada por nuestra amiga:
"Él, era atletismo en el sentido más mitológico que la palabra pudiera
poseer. Él y su vida; él y su independencia; él y sus ideas simples; él y sus
tontas preguntas; él y su infantil presunción; él y nada, él y todo.
Fueron dos largos años de perseguir una quimera, de necesitarte, de soñar
contigo; una noche este verano te buscaba entre las paredes de madera de un
hotel en la montaña y te encontré guiada por tu risa…..ohhh tu risa.
Esta es mi vida y no voy a dejarla pasar porque sí, no voy a irme a ningún
sitio sin volver a hacerte el amor, sin haber sentido tu corazón cerca de mí,
sin encontrar simpático tu romanticismo, sin subirme a tu espalda, sin
envolverme en tu manta, sin observarte ahí abajo, sin mirarte mientras duermes,
sin apoyarme en tu pecho, sin peinarme con tu peine, sin abrazarme a tu camisa,
sin controlar tus maniobras, sin disfrutar de tu ingenuidad y sin echar un
vistazo a la toalla que te envuelve recién salido de la ducha. ¿Sabes? Lo
nuestro no fue pecado y además, yo no te culpo de nada.
Después en un amanecer limpio, en el que las calles no estaban puestas, me
diste tu mano. A pesar de la noche loca que llevábamos encima recuerdo la
caricia del aire en la cara, tu media sonrisa tan significativa y tu dulce
expresión; tus locas manos, tus largas piernas, tu pelo mojado y tu ternura… ¡tu
innata ternura!
Al cabo de la calle estaba el deportivo negro, entonces, diste media vuelta
al Opel para abrir mi puerta con caballerosidad (no pude evitar pensar que era
costumbre y eso me dolió porque trajo a mi mente lo efímero de este amor). Te
sentaste con tranquilidad, te acomodaste y me besaste así, ligeramente, de
forma espontánea como si fuéramos a compartir el resto del domingo o incluso el resto de la vida (que no fuera así
también me dolió pero siempre me he sentido un ser muy especial y aun siéndolo,
creo que no seré capaz de olvidar esto)
Nunca te podré olvidar.
A esa mañana, de adiós sin palabras, le siguió su noche y a esa noche le siguió otro día, y otro, y otro más, y a mí me gustaría saber dónde estás, qué haces, cómo te mueves y en qué piensas, amor, porque yo solo pienso en ti.
Cuando me llevaste a casa aquella madrugada de domingo, odié llegar. Odié no poder preguntar si te volvería a ver, sabía que nuestro momento había pasado. No pude dormir, solo te he echado de menos desde aquel momento hasta ahora mismo. Que desangelado está siendo este invierno del ochenta y tres. Tengo frío y el amor propio todavía me duele, sin embargo, no quiero que esta herida se cure.
¡Ohhhh Dios mío!
¡Tampoco quiero volver a la rutina,… pero de alguna manera tendré que
olvidarte!"
Y de repente nuestra joven amiga se encontraría con un enemigo diferente: EL SILENCIO. Este la había devuelto a la realidad de su mundo, pero ella se repetía como un mantra algo que su padre decía a menudo, saber y hacer deporte son las únicas soluciones contra la pobreza de espíritu y la sumisión.
Sé que no necesitamos más palabras entre nosotras porque nos comunicamos a
través de un vínculo generacional eidético, sobre todo aquellas que hemos
vivido imbuidas del espíritu conservador de la sociedad.
Además, y sin previo aviso, me acuerdo de Jacques Lacan y su teoría de lo
real, lo imaginario y lo simbólico y entiendo que esta breve historia (de la
que no habéis leído el final) aúna en su contenido los tres sustantivos en
género neutro,... ¡como la vida misma!