ATRAPADA

Andaba buscando la forma de ubicarse en un mundo en constante cambio.
Magnética la imagen que nos ha prestado Carmen Luengo desde Amberes.
No resultaba fácil; hay cosas que no se deben de olvidar. Rodando, rodando se había encontrado delante de la exposición permanente del Guggenheim. Tenía que reconocer que la visita no satisfacía tanto su necesidad de algo sublime como un paseo por el Prado, pero en ocasiones no alcanzaba a asumir bien los cambios, ni entendía del todo las vicisitudes que le llegaban por los desfiladeros de las emociones.


La sensación de pertenencia a un entorno poco tiene que ver con donde estés ahora. Y si te fundes con un cuadro, será que tu alma esta constituida por las mismas moléculas que conforman el lienzo.  
La obra de Alex Katz no la entusiasmó, aunque el de Brooklyn  esté en la vanguardia de la pintura actual  y haya adoptado la energía y la lógica formal del Expresionismo Abstracto. A Andy Warhol había que verlo, y La materia del tiempo se deja querer, quizás por el palpito de espacio en movimiento.
En cambio sí conectó con la sensación de ser mujer y nacer en África, porque esa premisa la embelesó con algunas de sus leyendas. Parece que allí, la luz es deliciosamente sensible al alma de las personas, y se refleja con un matiz de extraño ensueño. Se percibía en algún lienzo. Y aun no siendo arte al uso, había encontrado alguna afinidad entre las garras de un león subsahariano y la vorágine del día a día.
Sabía que, como siempre, el mundo estaba en plena transformación y para entender como facilitaría el diseño a este cambio había que mirar hacia África. Making Africa  mostrando diseños variados, ocupaba  esa zona gris  entre las distintas disciplinas y  aportaba respuestas concretas al objetivo del diseño en este siglo, además, realizaba atrevidas afirmaciones acerca del futuro.
Un continente de diseño contemporáneo,  le mostraba creaciones  que establecían  vínculo con  un  momento, a mediados del siglo xx, en que una generación  africana joven celebraba la liberación del colonialismo y reivindicaba su lugar en el mundo. África es demasiado extensa, demasiado compleja y demasiado diversa, pero la exposición ofrecía  una  historia,  de entre las muchas que pueden surgir al mirar este continente,  y ella tenía la necesidad de andar de puntillas entre aquellos suburbios silenciales.
Y si te puedes  perder en una pieza musical, será que tu alma se funde con esos sonidos hasta desvanecer  la realidad.
Acabo de llegar de un concierto. Allí sentada en la oscuridad no tenía claro lo que esperaba del espectáculo, pero no había trascurrido media hora  cuando  Jubilation Gospel Choir me tenían  atrapada.
Me atraparon sus ropajes negros, la  lánguida luz  sobre sus caras negras, los gestos de sus manos, pero sobre todo me encandilaron, sus voces de color. Aquellos sonidos conquistaban los cuerpos y consiguieron por momentos que todo desapareciese.  Y entonces, ya no era un problema vivir en un  trozo de tierra incandescente, ni carecer de motivación, en esos momentos solo existía la música, el soul vibrando  alrededor marcando el ritmo en las pasiones.
Los de New Jersey bajo la dirección del reverendo Rev. Stef.  la hicieron pensar que definitivamente  le gustaba la gente de color. Son una raza superior en muchos e importantes aspectos.

Hay  habitaciones de la casa donde el viento se escucha especialmente vivo, se enreda con los árboles de un bosque cercano, y gime entre nostálgico y prometedor. La nostalgia te trae a mi recuerdo con la promesa de que siempre estarás conmigo.
Aunque bien mirado, también tienen razón al decir que, un hombre no es más que un hombre, al igual que  un sentimiento no es más que un sentimiento, y ambos de forma inevitable, tienen como frontera la realidad.


A  solas con el viento, el tiempo, y el sonido, hoy mi corazón está quemado.
A solas con el viento, el tiempo, y el sonido; hoy mi corazón está quemado