HABLA Y TE COMERÉ A VERSOS

 

Hace unos días, no demasiados, mi amigo Javier Gámez, me pidió que prologase el libro que recopila los relatos finalistas en el  Certamen Joven de Relatos Cortos “Tigre Juan” y que ve la luz precisamente hoy, 29 de octubre de 2021.

Cada vez  que tengo que escribir por encargo, tarea  tan exigente como divertida para mi cerebro, el mundo y los que me rodean, queriendo o sin querer, se confabulan conmigo porque, permitidme amigos que como Alberti: Yo nunca seré de piedra, te hablaré cuando lo necesite, lloraré cuando haga falta y te amaré en cada instante (mientras te ame), por eso a veces me cuesta creer que no tengas nada que contarme. ¿En que momento me he bajado del mundo de los mortales?

Habla y te comeré a versos.
Gracias, Julito,
tu cabeza es un totum revolutum de
ideas.
Aquí os dejo el prólogo mencionado:

Lo mismo que la historia de un país no se construye solo con nombres y fechas en el calendario, la historia de la Asociación Tribuna Ciudadana no se construye solo con los Premios “Tigre Juan” en su edición de adultos; ni con las muchas conferencias, impagables; actos e intervenciones culturales que organiza.

En la historia de esta Asociación, que trabaja por y para la cultura, ya empieza a tener un considerable peso específico el Certamen Joven de Relatos Cortos “Tigre Juan” como lo demuestra esta, su tercera edición.

Porque los que creemos que las humanidades, el arte, la filosofía, la historia y la literatura, entre otras, convertirán a los jóvenes actuales en adultos más reflexivos y en ciudadanos más comprometidos, apoyamos incondicionalmente la participación de nuestros iniciáticos escritores en el universo cultural de los mayores, en pos de una comunidad más comprensiva.

Uno de los retos más difíciles que nuestra sociedad tiene por delante es desconectar a los jóvenes del artificio del mundo virtual y conectarlos con el mundo real, y desde Tribuna Ciudadana, con este premio de relatos para jóvenes, aportamos nuestro granito de arena en busca de personas más libres y de un entorno más ecuánime. Y somos conscientes de que la educación, y en este caso concreto la literatura, es la llave que abre o cierra el depósito de un saber y de un placer, por fuerza solitario y envuelto de un aura de trasgresión, que deseamos para los jóvenes.

Escribir es otra forma de leer, otra manera de relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea, por eso fomentar la escritura en los jóvenes, aparte de en su beneficio propio, redunda en ayudar a sus compañeros.

Sabemos que participar en este premio literario les genera la sensación de juventud rêveuse; y más aún, ser finalistas, les proporciona un punto adecuado de soledad y diferencia. Aunque debe de quedar claro que, nosotros como entidad, no buscamos una juventud letraherida, ni siquiera genial, pretendemos una juventud sana, en el más amplio sentido de la palabra, y proactiva.

Las lecturas obligatorias, los clásicos que hemos leído siempre, tienen un nivel excelente pero no les hablan a nuestros chicos de la realidad de sus días. Una de las cosas que hace que nos guste leer es la empatía que logramos con los personajes porque nos ponemos en su lugar y tenemos la oportunidad de vivir una vida que, de otra manera, no viviríamos, por ello conseguir que la juventud escriba, publique y lea cosas de jóvenes, siempre será una buena apuesta cultural.

Dice Carlos Ruiz Zafón que: “Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él”, por eso queremos felicitar a todos los participantes en la tercera edición de este premio, a los finalistas, a los miembros del jurado y por supuesto, a los que tengan el privilegio de leer este recopilatorio que, con tan buen tino y tanta profesionalidad, ejecuta la Editorial Pez de Plata.

Larga vida al Certamen Joven de Relatos Cortos “Tigre Juan”

 ¿En que momento me he bajado del mundo de los mortales?


                                                                          

                                                                       Ana García de Loza