EIVISSA

 NO HAY VERANO SIN SU BESO

En la línea del tiempo y con la vehemencia  que se comentan  las cosas que son absolutamente ciertas, os digo  que echo de menos esa manera de estar juntas. Escuchadme, ya no somos como éramos, nos hemos vuelto más felices y menos cerebrales pero todo tiene un final, amigas, lo que da valor a las cosas es saber que hay un final.

Buen presagio de un viaje de mujeres, 
todas mujeres.

El grupo no podía ser más variopinto y desplegaba una amplia gama de colores de piel (incluído el St. Tropez), de edades  y de idiosincrasias,  de gustos musicales y de estados civiles pero, aun  así, constituíamos un mundo paralelo lleno de empatía y de saber estar. Viajábamos  como viaja la gente que se ilusiona con la sencillez de la vida y, pilotada nuestra nave por la más jovencita, nuestros cerebros se convirtieron en un hervidero de sana emoción y de campechana templanza.

La noche anterior había sido buen presagio de un viaje de mujeres, todas mujeres. Compañeras, amigas, conocidas, pero mujeres al fin y al cabo; benditas mujeres  que pueden convertir en cálido y acogedor cualquier rincón del mundo y son capaces de dar la vuelta a situaciones muy complicadas. Benditas mujeres  que aportan chispa a mi vida cotidiana y me inducen a pintarme las uñas y a no bajarme de los tacones. Benditas ellas, que respetan el silencio y me hacen pensar que la feminidad, aparte de en una cabeza bien amueblada, también se intuye en la forma de estar en la vida. Honradas somos  por mirar al interior y observar la enorme valía que nos sustenta y, enaltecidas también, porque todas juntas conseguimos tener paz.

Algunas pensaban, otras protestaban y  todas dábamos órdenes porque  nada era importante y la vida trascurría  con ese flow  tan actual. Entonces  abrázame fuerte y te contaré que la existencia es ese momento reconfortante que ha pasado como un soplo pero que ha dejado un poso de amores y desamores, de batallas perdidas y guerras ganadas, de personas que conviven contigo y que tanto te dan; de divisar el ala de un avión a vuestro lado y atracarme de reguetón; de hacernos mil fotos y de alternar con la jet en el  Blue Marlin de Los Cabos o en Beso Beach de ses Salines y , por supuesto, el divisar  una  inolvidable puesta de sol con esa luz mágica en Cala Conta.

Y sí, la existencia de antiguas historias vive presente en nuestras cabezas porque todo lo que estaba más allá de la línea de lo habitual lo teníamos que imaginar, cosa que no ocurría en Eivissa, pero también sé que en este planeta, el nuestro, hay gente que necesita alivio por eso quiero arrullarlos con mi voz y dibujarles con palabras una armadura para su corazón, una armadura que los preserve de convertirse en un ejército de desalmados y contrariados. Por eso pido  la verdad en la existencia  o, lo que es lo mismo, deshacernos de la mentira que mata más lentamente.

Tendremos que poner siempre en valor  situaciones como esta que hemos vivido  porque ensalza el compañerismo,  entreteje amistades y fomenta el desapego, y sí,  la idea de que la vida es algo finito, Dios mío, nos obnubila la mente hasta hacernos olvidar que, de momento, estamos aquí y merece la pena el camino. ¡Merece tanto la pena!

 Por  vosotras, por nosotros; por una palabra de ánimo; por un: estás guapísima esta noche; por un vinito con confesiones; por eso y por mucho más.

¡Gracias a la vida,…por la vida y por teneros como amigas!

                                                                             ANA GARCÍA DE LOZA

Comer aquí, fondeadas, en Cala Bassa Beach Club, te da una perspectiva diferente de la existencia