Hago la pregunta de
forma inesperada. Me escucha y se hace un silencio roto solo por el ruido del
agua de la ducha al chocar contra la cerámica.- Déjame un momento para
pensarlo.- Sigo a lo mío y entre el barullo de las teclas del ordenador oigo
decir: - Poder vivir cada uno como quiere, siempre que se respete a los demás.-
Al margen de la opinión de una joven, la palabra libertad tiene demasiada
enjundia para el poco lustre que le queda después del mal uso.
Anitta Novo. |
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos; el concepto en si va cambiando según
pasa el tiempo por nosotros, y tiene más sentido de realidad en una persona
entrada en años, pletórica de conocimientos y experiencias, que en un sujeto
que acaba de asomarse a la vida. Aunque
una de sus múltiples definiciones dice que la libertad es la facultad de una persona para obrar de tal o
cual forma sin ningún tipo de
impedimento, sabemos que la idea lleva implícita en sí, el concepto de sus límites. Pero la libertad de pensar, de creer y
en definitiva la libertad emocional sin coerción, no es solo una palabra sino
que supone el final de un proceso que empieza por conocer y discernir, y
concluye con la acción de elegir.
Insisto
en que no debemos de equivocarnos, la palabra libertad, no es sinónimo de hacer
lo que a uno le da la real gana, porque siendo un derecho humano básico también
lleva consigo la responsabilidad de un deber bien cumplido, es decir, cuánto
más sabes mejor decides. Y el lado oscuro de esa libertad, que aligera el
espíritu y da sentido a la vida, es el compromiso que acarrea y te envuelve en
la espiral de hacerte responsable de tus propios actos. Y ya que nada de lo bueno es gratis, y nada
de lo que te hace libre puede ejecutarse sin responsabilidad, entonces, si para elegir con libertad necesitas conocimiento y
responsabilidad vamos a estar de acuerdo con
el político alemán Otto von Bismark en que la
libertad es un lujo que no todos pueden permitirse. Y esto nos llevaría a la conclusión de que para hacer
ciudadanos libres tenemos que invertir en educación y, curiosamente,
encontramos que una de las mayores trabas para la autonomía de pensamiento es
el fanatismo, ese que adoctrina con la idea de que el mundo solo se puede
pintar de un color.
Otros, sin embargo, intentan vendernos que siendo pobres
nunca seremos libres y olvidan a Victor Hugo cuando decía que: La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la
inspiración y en la política, el derecho. Y yo añadiría que, la libertad en la vida es una opción.
Vivimos a un ritmo trepidante y huimos, a través de las
prisas y del pragmatismo, de plantearnos las grandes preguntas de nuestra
existencia. Y, por el contrario, yo espero que encuentren el silencio necesario para hallar las respuestas
que se nos quieren ocultar. ¿Cómo puedo mejorar mi vida y la de la gente que me
rodea? ¿Cuido a mis mayores como se merecen? ¿Qué quiero dejar detrás de mí? ¿Qué
lugar ocupa en mi dìa a dìa lo
verdaderamente importante? Pero sobre todo ¿qué es lo verdaderamente
importante?
Parece evidente que la mayoría de nosotros
elaboramos nuestro propio código de conducta donde queda constancia de un
compromiso con nuestras ideas y con lo que nos rodea. Pero cuando me
preguntas:-¿Te sientes libre?; entonces te respondo:- Si, a veces, cuando
sueño.
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