Idolatrado
príncipe. He llegado a la conclusión de que la existencia es más divertida
cuando te escribo.
Siempre he vivido
con la premisa de que la verdad es la solución; y la solución a esta verdad, es
que necesito la imaginación para refugiarme del lado oscuro de mi persona,
ese que tiene miedos irracionales y
angustia, y más miedo… y de repente… desaparece. Pese a los pozos del silencio
que me gritan tu distancia, te recuerdo, y aunque alguien ha dicho alguna vez
que nada envejece tan rápidamente como un futuro imaginado, estoy en desacuerdo.
Este beso ha surgido de un corazón errante para llegar hasta
una página en blanco, y tiene una runa
encantadora. Da acceso a un mundo donde
la mayoría de nosotros hace mucho que no habitamos.
Su cara dibujaba la
mirada del viento. Sus movimientos acaparaban mi presencia. Y mientras la luz
se colaba por los altos ventanucos del palacio, su apostura envolvía mi
voluntad. Desde su traje hasta su olor sofisticado derramaban clasicismo.
Hablaba con exquisitez cuidando las distancias propias del rigor y de la diferencia de mundos, pero
no conseguía mantenerse en un plano tan diferente al de ella, como le gustaría.
Fascinación inusitada.
La mujer se movía
fácil entre las dos aguas que los separaban, tomó asiento
y se acomodó, cruzó las piernas en un gesto de
natural femineidad. Misterio sexual. La conversación fue tomando cuerpo
de una manera extraña porque ninguno de los dos estaba centrado. De la misma
forma impersonal y distante el príncipe
le confesó que ella era objeto de su devoción. Y en el aire tenso que
siempre los había envuelto, la gitana buscó la pasión de un tenue contacto y la posibilidad de trasmitirle con un solo
beso, su veneración.
Sedujo al aire,
porque el aire era suyo; se mordisqueó el labio inferior con descuido y miró a los ojos inescrutables que tenía enfrente; después recorrió el camino
hacia la boca, y lo hizo lentamente. Al
mismo ritmo, realizó el regreso hasta
los ojos, entonces deseó, deseó con toda el alma, sin realizar ni un
movimiento. Sonrió leve, ingenua, con un matiz personal entre tímido y
sugerente. Acortó la distancia que los separaba aumentando con cada paso
la expectación y la duda.
Inclinó la cabeza y rozó ligeramente sus labios,
sutilmente aumentó la presión. El tiempo
se detuvo. Quería grabar cada detalle como si fuera el último segundo de la existencia.
Cuando sintió su
mano tibia pasear despacio sobre la cara
y unos brazos la enredaron allí como en el sueño, olvidó mil preguntas que
había imaginado. Dijo hacía tiempo, y
seguía manteniendo, que aquel personaje le gustaba como nada en el mundo, que seguiría sus pasos, su caminar como un lobo
en celo desde su imaginación y sin esperar nada a cambio. No tenía idea de lo que sería de la inspiración si él no estuviera en sus sueños.
Tanto si existía en la cabeza del príncipe como si no, sabía que recorrería la tierra buscando amor, su amparo, su entelequia y su
comprensión y un beso eterno para los
dos.
Y
esta locura de amarte
no puede acabar aunque a veces me entren las dudas, pero seguiré escribiendo por una sola razón, para mostrar al
mundo la luz que envuelve tu corazón.
Tus ojos azules son mi religión.
Sabes que te quiero, como nadie te quiere en el mundo.
La gitana
Solo una vez, es casi nada |
Las palabras del literato Jose Fernández INBQ siempre son para mí, iluminación.