MERES PARA SIEMPRE
El viaje toca a su fin.
Pancho y Roger, mis buenos y tolerantes compañeros, me han ayudado a hacer cuentas y resulta que he dado clase hasta el día de hoy a unos tres mil alumnos; he viajado por Italia aproximadamente con seiscientos, y no os imagináis lo satisfechos que nos sentimos todos, cuando al irnos de algún hotel nos felicitan por el saber estar de nuestros chicos. Entonces no puedo por menos que recordar la canción que cantabais con Misspi en vuestra graduación de preescolar con aquel:
Ha pasado un momento y de pronto os contemplo avanzar, de modo solemne, por el pasillo central de la Catedral de Oviedo para partir en busca de vuestra vida, mientras un coctel que armoniza la pena, el orgullo, la felicidad y la maravilla de la existencia, rueda por mi cara en forma de dulces lágrimas.
Desde aquí tengo que deciros que Espero que vuestro camino os lleve hasta el Sol, si es el Sol lo que queréis. Y con esto me hago eco de la ilusión de todos vuestros profesores, esos que han vivido para vosotros y con vosotros durante ocho horas al día, catorce irrepetibles años.
Habéis sido muchos y todos magníficos, pero las cosas son como son, y sólo unos pocos ponen nombre a su generación. Si me subo al caballo de los recuerdos tengo que retroceder veintiocho años atrás y señalar a tantos, que me pierdo.
Aunque es mi deseo que os deis todos por aludidos, mis queridos muchachos, aquellos a los que yo decía cuando estabais sentados en las gradas del polideportivo Silencio uno, silencio dos y sileeencio…tres.
Menciono, porque viví muy de cerca sus avatares, a la generación de Ángel Garrido, Antonio Reguero, Sara Flórez y Carla Pastor, mi hija, que iban a darnos la lata cada vez que podían al despacho de E.F. También tengo un recuerdo especial para Daniel Llaneza que me lee desde Bristol y eso me llega al corazón.
Por supuestísimo citar a nuestra última promoción, esa que está a las puertas de la Pau, la de mi Pauli Alonso, Victoria Maujo, Sara Moro, Mónica Martínez y el gran Platero entre otros, que nos hacen el honor de su presencia siempre que las circunstancias se lo permiten.
Es cierto que en adelante el Colegio, sin vosotros, estará un poco más vacío, pero el mundo estará un poco más lleno de buena gente.
Y aunque alguien dijo, Acaso no comprendáis en esta despedida, que, aunque el amor nos une, nos separará la vida, no olvidéis que lo que Italia ha unido no lo separará el tiempo, porque siempre, siempre, estaréis en nuestros corazones.