FLORENCIA

IO  SONO  FIGLIA  DI  MIA MADRE
A la mañana siguiente el  cielo gris plomizo nos despierta en el Delta Florence  de Calenzano y nos acompañará toda la jornada. Caritas somnolientas  y mientras conseguimos desperezarnos, va apareciendo lentamente  ante nuestros ojos  otra ciudad, maravilla del Renacimiento, que también nos recibe con traje de diario, atasco mañanero, conductores alocados, anuncios italianos y  esa luz toscana que no pierde su matiz ni en ausencia de sol. Esperamos una breve cola a las puertas de la Gallería de la Academia en vía Ricasoli sesenta.
 Me apoyo  sobre una pierna, diez segundos  y cambio el peso del cuerpo sobre la otra, pero da igual, es el puro cansancio lo que me carga. El bolso  pesa  más cada día  y soy capaz de pasear por media Italia con una tonelada al hombro.
Por fin quitan la cinta,  pasamos el control de seguridad, una sala con cuadros sobre todo religiosos, otra sala rectangular y  allí  al fondo, ante mi asombro, surge hercúlea la figura del David.
La primera impresión me deja atónita, ¡Desde luego, Dios existe! Quedo clavada ante aquel prodigio, creo que me olvido hasta de respirar. Este trozo de mármol blanco de Carrara tiene vida propia.  Incluso después de deleitarte con  el Juicio Final de la Capilla Sixtina el tal Miguel Ángel es capaz de apabullarte y sobrecogerte. Auténtico arte. El poderío que  brota  de esta figura llega al fondo de mi ánimo, y  vivo  una sensación irrepetible que aúna lo efímero de un cuerpo perfecto con el alma inmortal  del David. 
Pero no podemos olvidar que estamos en el lugar donde se encuentran huellas de personajes como  Dante o Miguel Ángel padres de algunas de  las más bellas creaciones artísticas de todos los tiempos, aunque  pocas cosas encontraré  más hermosas que lo que acabo de ver. Ni aquí, ni allí, ni en ningún otro lugar del mundo algo inanimado me produjo una conmoción  tan humana.
Mentiría si dijera que Florencia no me gusta. Me gusta, pero no tengo con ella esa complicidad especial que me haga  adorarla.  
Todas las bellezas de Florencia se ven desde el conmovedor panorama que ofrece la Piazza  de Michelangelo y allí mismo nos volvemos a juntar para hacer otra foto de grupo.
Ponte Vecchio foto tomada por Roger
 La piazza della  Signoria es la más emblemática de toda la ciudad, cual museo al aire libre. Después, un cálido paseo por la  margen derecha del Arno y el ponte Vecchio nos hace un giño de ensoñación judía, no sé exactamente por qué. El  cálido romanticismo  que emana nos acompaña  hasta que nos separamos delante del palazzo Pitti.
Luego un recorrido particular por la piazza della república donde no puedo por menos que otear unas cuantas tiendas y  tropiezo con el bolso de Armani más original del mundo mundial, ¡Vamos, vamos,  ni en las  galerías Lafayette me encontré con nada tan lindo!
Comida típica en lugar clásico puesto que uno de mis compañeros vivió temporadas en Florencia, y después Mercato di San Lorenzo. Siempre les sugerimos a los muchachos dejar las compras para esta tarde, y llegamos todos cargados de sudaderas de la Universidad  local, de cuero, de pañuelos de seda y de corbatas de pura seta.
Entonces unos versos de Machado, al que adoro desde hace más tiempo que al David, acuden sigilosos a mi mente:
“flaco, sucio, maltrecho y mal rapado
 ojos de calentura, iluminan su rostro demacrado”
 Otra vez y a estas alturas de viaje con tantos kilómetros culturales, sociales y emocionales sobre nuestras espaldas la fina línea que separa la realidad  de  la ficción se difumina aún más. Empezamos a escuchar el soniquete de – ¡esto se acaba, qué pena!- pero  los jóvenes corazones  viven la inquietud del final anunciado, encubierta por  la felicidad del presente.
En adelante, el David me esperará impertérrito año tras año…y es que su alma ya me la entregó en nuestro primer encuentro.


Delante del Palazzo Pitti con mis chicas Pauli, Victoria, Sara...