En Venecia sin ti
Venecia siempre, siempre me enamora.
Alumnas y la cattedrale di San Marcos |
La sólida historia de sus edificios fluye de entre las aguas, y envuelve a propios y extraños con eternas promesas de sensuales romances siempre por vivir, o quizás de ambiguos amores eternamente imaginados.
Venecia te incita a que dejes volar tu imaginación, nunca te defrauda, solo tienes que ponerle cara a ese sentimiento que surge tan profundo como los propios pilares de la metrópoli, y no puedes por menos que perderte entre el glamur de sus arcos, mientras nos adentramos, rodeados de la expectación de los muchachos.
Il campanile de ladrillo rojo y mármol verde te recibe, no te permite bajar los ojos; acéeeercate…; la cúpula de San Marcos te atrae poderosamente y te encuentras en otro mundo cuando tu silueta respira dentro de la catedral, que recuerda a los Doce Apóstoles de Constantinopla o a Santa Sofía. De sus tres naves y el presbiterio, la cúpula de San Leonardo es la más hechicera.
La ropa no roza tu piel pero no importa, porque tu cuerpo etéreo percibe el olor profundo a incienso, y los retablos te susurran historias de las mil y una noches.
En ese precioso instante impregnado de esencia bizantina, todos los amores de tu vida divinos y humanos, reales e imaginarios confluyen en un punto de eternidad y te crees capaz de trasformar el agua en vino. Resulta un momento mágico cuando el cielo, color ceniza, cubre gloriosamente la ciudad, y entonces, das las gracias por estar vivo y poder ser espectador de tan grandiosa maravilla.
Conocer la Venecia profunda es un privilegio del que pocos pueden presumir; comer rodeado de venecianos; compartir con ellos una espligcha en el Lavena, local preferido de Wagner, o saborear la grappa en un café costumbrista al lado de la plaza del reloj, no muy lejos del Ponte Rialto, observando en silencio como los vaporettos van y vienen, sirve para aumentar la sensación de autenticidad de esta aventura.
Algunos rituales van adquiriendo solera a medida que pasan los años y empapan nuestro espíritu de sabor a amistad, a compañerismo, a respeto y admiración entre profesores y alumnos.
desde Ponte di Rialto |
En adelante vigila tu espíritu, porque cada otoño me acompaña, vagando errante, por la magia de Venezia.