Si no sabemos poner límites perderemos el control de nuestra vida. |
A veces tal parece que el mundo te
ofrece posibilidades inimaginables. Entonces te digo que los principios por los
que nos regimos se descompasan y todo se presenta como un maravilloso y extraño
sueño. Es la química de la pasión y de estar de vacaciones. Hablamos de esos
días donde la realidad se pierde para la
lógica y las personas que me rodean consiguen, sin pretenderlo, que el
rompecabezas de mi fantasía encaje, aunque no pongas nada de tu parte.
Y entre caerme rematadamente mal y no
caerme bien se encuentra la diferencia de mi tranquilidad personal, por lo que
sigo esperando un, no, en tiempo y forma. Un, no, que dirás con tranquilidad. Sin
explicaciones. Pero ya es necesario que hagas gala de las virtudes que deposité
en tu persona, y te expreses. Porque, en ocasiones, la amistad está sobrevalorada
y nuestras cabezas llenas de pensamientos delicados y melancólicos mezclados con estupideces. Llegó el tiempo de aclarar
conceptos.
Estos encuentros de verano son mucho más
que un par de horas en las manecillas del reloj; mucho más de lo que digo
cuando hablo, porque si lo normal es vivir entre la ilusión y la ignorancia, no
debemos, para defender nuestros deseos, ni manejar argumentos pusilánimes ni
zarandear silencios. No seamos cobardes; por mucho que el mar se enfade, acabará
haciendo las paces con la tierra.
Además, no, es una respuesta
necesaria en nuestra vida cotidiana; aparte de evitar problemas mayores hace, a
las personas de bien, colocarse en el lugar que les corresponde. Así que con un, no, en tiempo y forma: te respetas, no engañas a
nadie y no ignoras los problemas de tu prójimo.
Si no sabemos poner límites perderemos el control de nuestra vida y
estaremos tomando un café con alguien que no nos gusta, viajando con alguien
que no nos cae bien o dando cobijo emocional a personas que no nos interesan, lo
que nos llenaría de la insidiosa sensación de perder el tiempo. Ya sé que no es fácil manejar el, no, pero queda dicho que
esta actitud no tiene nada que ver con ser cruel, poco caritativo o egoísta.
Porque también es sabido que los niños sin normas ni límites se convierten en mal criados y las personas que no escuchan algún, no,
pueden convertirse en tiranos. Como docentes, como padres o como amigos debemos
de encontrar un equilibrio entre dos extremos igual de malos: decir siempre que
si
y decir siempre que no. Y además tenemos que defender
nuestros derechos sin la intención de perjudicar a nadie.
Eludir el decir, no, a alguien, no te convierte en
mejor persona; es más, me atrevería a decir que a veces te convierte en un
cobarde y te recuerdo, también, que el silencio no es una respuesta. El silencio
nunca es una respuesta en una persona íntegra.
No te olvides de decir todo lo que no has dicho porque lo que empezó como
una tormenta de junio, librando guerras de intereses contrarios, puede darte la
solución al rompecabezas, pero he oído decir que para vivir eternamente hay que
morir primero.
Insisto: ¡Que extrañas las sensaciones que a veces se recuerdan!
El silencio no es una respuesta. |