" Dios mío, si existes, haz que esté
celoso.”
N. Ginburg
El diccionario y mil palabras tóxicas por los celos
no bastan para las víboras que muerden el corazón:
víctima suya, un alma de cristal y frágil es añicos y murmullo
de silencio contra el pésame del dolor, su angustia y los gritos
como árboles y sus gotas de silencio, tras la tormenta
y su acompasar.
Nada como el sufrir contra la ausencia, sin perdón. Imposible y todo
en rebelión contra la tiranía del vivir, los mil gestos del gravitar
entre la duda y su desesperación: los hábitats de las fieras
que mascullan, en salitre, la mayúscula del nombre y su definición,
son jaulas sin barrotes por las dentelladas de un corazón transido.
Importan los rugidos como los bravíos y su desesperación.
Fuego imposible, incandescente y amargo
por tanto dolor sin sangre derramada, las miradas
succionan el sonajero del amor, las mordeduras
de la serpiente con ruidos de cascabel, como tu risa:
una puerta falsa al vértigo del dolor.
Entonces ¿Cuándo las paz? ¿Cuándo será brisa
el viento huracanado que rompe las entrañas? ¿Cuándo?
Tal vez de hoy a nunca sea un tiempo ajeno a la finitud.
JOSÉ FERNÁNDEZ
Son jaulas sin barrotes por las dentelladas de un corazón transido. |