Cerraba la noche que precede al día. Noche de visiones,
de misteriosa comunicación con mundos
invisibles y ella enteramente a solas, dueña por un momento de la desierta sala. Sentada
sobre la alfombra no cansaba de contemplar los reflejos de la llama en las
lejanas profundidades de la chimenea, donde buscaba los dormidos ruidos del amanecer aún por llegar y pensaba
en este amor, que al fin, no es más que amor. No molesta, no va a ningún sitio,
no importuna. Sólo es amor.
El cielo será para vosotros del color que elijáis. La foto de MARTITA y CARLOTA NICIEZA |
Imaginándote, sentía crecer las palabras entre sus
dedos. Se unían unas a otras para formar una cascada de impresiones, y lo mismo
que Mozart o Chopin estaban todos los días dentro de las teclas de cualquier
piano, en la caja que contenía tus recuerdos, esperaban montones de melodías
que nunca podría tocar. El interior de ese cofre acogería tanto mundo como fuera
capaz de inventar. Existía la indiferencia, sí, pero también había música
suficiente como para olvidarse de la realidad.
Parece que de alguna manera hubiera sido hipnotizada por aquel cúmulo de ideas, las cuales,
cruzando las fronteras del miedo y del espacio, la llevaban hasta ti.Tú, que
con un simple comentario, puramente
formal, iluminabas su fantasía.
Si algo le pasmaba era la magnitud de esta
devoción que la arrastraba de una manera chispeante a un lugar, donde el infinito estaba al
alcance de su mano, si tocaba tu mano. Y no abogaba por lo becqueriano, exultante de
calificativos, no; este era un mundo
donde tu linaje, tus ojos, los sonidos y el no
saber de qué color es el viento, limitaban a un intelecto puro y duro.
Si supieras que algunas veces querría tu sonrisa
sólo para ella, y si pudieras ver que algunos días se moría por tener tu
atención, entonces, estaríamos de acuerdo en que este amor tiene visos de
eternidad.
Atravieso por momentos de aturdimiento
con respecto a esta historia, dado que determinadas personas muestran una fatua superioridad moral, por disfrutar de una
situación privilegiada. Esta gratuita superioridad es atribuida al hecho
coyuntural de pertenecer a un grupo
social, y tiene como primer mérito haber nacido en un sitio concreto y no en
otro. Quiero creer que no es tu caso, además, deseo que el cielo sea para ti
del color que elijas, que no tengas el corazón de hielo y que saborees cada
minuto de la existencia.
Hace tiempo supe que no eras tú; era yo quien
ponía a tu imagen sonido, intenciones, cábalas y respiración, dejando la
realidad, digo como casi siempre, muy por
debajo de la fantasía ¿Estoy acaso tan acostumbrada a este eterno siempre lo
mismo, que la idea de olvidarte me asusta? Mañana tras mañana renuevo la
evidencia de perennidad a un
sentimiento, que se me antoja de pronto, un islote acosado por las tempestades.
Un día, dos, y se pasa la inquietud. Vuelvo
a tenerte como te adoro.
A estas alturas ya sabes que siento por ti amor
del bueno y si me dejara llevar por el impulso, con la misma inocencia que me
dejo llevar por la imaginación, te ofrecería algo más original que la luna; te
brindaría tu propio corazón, pero un corazón liberado de las
cadenas que no te dejan ver el cielo, y
pienso en qué te puedo dar que no te ofenda. ¿Será, no lo quiera Dios, el olvido?
Sigo enteramente a solas contemplando los
reflejos de las llamas. No canso de contemplar las llamas, cuando aparece Ana
Belén recordándome que, quererte tanto me cuesta nada.
El blog en el que escribo, Para ti querida
Isabel, surgió para purgar un corazón y para honrar a una madre. A punto de cumplir dos años, ha pasado
largamente de las setenta y dos mil
visitas, lo que sin saber exactamente
qué significa, me llena de orgullo y
deleite a partes iguales. Millones de gracias y un cálido saludo para todos y cada
uno de vosotros que, disfrutando de estas historias, os metéis bajo mi piel y
compartís sin prejuicios los momentos de
una vida.
Amor que al fin, no es más que amor. |