Es cierto que de la noche fluyen singulares frecuencias que
subyugan mi entendimiento y en esa
agitación de emociones pienso que, uno
de los pocos misterios por resolver sería discernir el por qué mi corazón no podrá olvidarte.
No quiero volver a ti, ni que
vuelvas a mi, esa premisa ya está aceptada. Quiero sentir lo que sentía cuando
te tenía.Regalad una sonrisa. Recordad al mundo como se sueña. |
Las mentes más proliferas
y menos tradicionales son más asequibles
al desaliento y a ciertos desordenes de
ideas. Entonces acuden en mi ayuda algunos nombres, entre los que vislumbro a Edgar Allan Poe, Paul Verlaine, Manly P. Hall,
Arthur Rimbaud, y algún otro, de los llamados poetas malditos, todos ellos
poseedores de una psique ávida y
afanosa, merecedora de la condición de hijos de la noche.
Esta noche saco a pasear
mis emociones, escondidas del sol tras la muralla de la normalidad que late
emblemática en toda vida, y que recoge
el legado de las culturas que me han influido; aunque queden rincones en los
que el tiempo parece haberse detenido dejándome contemplar la asombrosa
decoración de mis sueños, para ti. Un prodigio de delicadeza y fantasía. Aún
puedo palpar el hechizo del escenario, porque lo he llenado de leyenda, una
leyenda que custodia en su seno toda la magia y la poesía de tu ser. Soy consciente de que estoy en la sombra de la realidad, lo que llamamos oscuridad
de la noche, donde lejos y cerca son una
misma sinfonía, ¿alguien se atrevería a asegurarme que aquí, no existes?
Ando en estas horas brujas, sumida
en la luna, atenta al viento y espectadora de las estrellas. Avanzo y avanzo
entre las páginas, jugando con pasos lentos e inquietos. Un poco de luz, un
poco de sombra y de pronto había creado una historia. Pero qué lejos te
encontrabas y que despacio se acortaba la distancia entre nosotros.
Desde aquí tengo fácil acceso a ese
rincón del alma donde guardo la pena que dejo tu adiós. Ese lugar dónde se aburre aquel poema que el amor
sugirió; dónde faltan tú presencia, tu cara, y esas palabras que se
llevó el tiempo. Aunque también guardo todos los te quiero que no te he dicho, los
besos que no te he dado y los fracasos que la vida me ofreció. Estoy empezando a entender que en el devenir de la existencia unas veces se gana y otras veces se aprende, y por momentos me
asalta la idea de condenar al silencio todo el dolor, buscar consuelo para el
espíritu, y reencontrar la chispa que enciende la imaginación. Parece imposible,
pero tampoco esta noche escucharé tu voz.
Para cuando te hablen de
amor y te ofrezcan un mundo y el cielo
entero; entonces acuérdate de mí, pero como dice Chavela, no me menciones,
porque vas a sentir amor del bueno. Y si quieren saber de tu vida, no les
cuentes ninguna mentira, di que vienes en un mundo exquisito en las formas, las cuales predominan sobre las emociones; que
no entiendes de amor, y que nunca has amado.
Parece claro que en lo más profundo de mi persona no se han
solventado, todavía, alguno de los
abandonos a mi fantasía. Quiero seguir hacia adelante en ese
estado de ensueño que separa la ilusión de la realidad y aunque en ocasiones consigo discurrir en
ese limbo, las circunstancias se imponen y a la imaginación se lo pones
difícil. Al mundo le hablaré de tu amor, como
de un sueño majestuoso. No diré que tu adiós me volvió indolente.
Contaré que no sé del dolor, que triunfe en el amor y que poco he llorado.
El abandono de los que te
quieren infinito y te dejan, no le he superado. El olvido de los que te dejan
porque nunca te han querido, ese, solamente lo he podido arrinconar. Pero no os
equivoquéis, estoy dando gracias constantemente a la tan manida Ley de
Vida, tengo buen aspecto y una
existencia normal.
El reflejo del sol se
cuela entre el verde espesor de los árboles e ilumina un ángulo de tu cara, un
ángulo dulce; mientras, sigo conduciendo por la tortuosa carretera que nos
lleva a casa. Corre septiembre de mil
novecientos noventa ¿O será febrero de dos mil quince? No lo sé. Sólo sé
que te sigo llevando a mi lado, que Mari
la mer nos acompaña, que a tus pies las algas tiemblan de luz; y que al sonreír, en tu mirar, de nuevo, amanece el sol.
Deseo que tu mano me guíe cuando esté en la oscuridad y no sé de dónde surge el poder, si de la sangre o del destino. Lo seguro es que ahí está, y mueve mis dedos en busca de paz para el corazón.
Deseo que tu mano me guíe, cuando esté en la oscuridad. Foto de José Ramón Viejo Saez |