CARTA CONTRA LA TRISTEZA

Necesitaba cambiar el rumbo de sus pensamientos y anidar en un lugar menos duro.
Un lugar donde los sucesos no fueran tan trascendentes como resultaban ser en las últimas jornadas. Y es que hay momentos en la vida de toda persona que son históricos por derecho propio, momentos que hay que afrontar con entereza, aguantando el tipo y tragándose las lágrimas. Aun así necesitaba insuflar un poco de aire que silbase despacito en su oído. 
Por pura necesidad de evadirse recordó las apologías que  había dedicado  no sabía bien a quién, ni sabía bien cuando.
Emociones intensas que resultan
bendiciones de deleite y magnetismo

Epístola primera. Querido príncipe. Heme aquí trasportada de la noche a la mañana a mi escondido valle de irrealidad; heme aquí instalada de nuevo en el hermoso rincón del cual salí, por un momento, para tener el gusto de conocerte. ¿Has oído hablar de Cartas desde mi celda  de Bécquer?
Es una idea que me ronda la cabeza hace tiempo, escribirte cartas. Teniendo en cuenta que en alguno de los papeles que inundan mi mundo se encuentra perdida una dirección que podría ser tuya, el camino está  marcado.

Escribo para que me lean. En la mayor parte de las ocasiones lo hago para encontrar la paz; en otras, las menos, escribo para buscar mi pedacito de gloria. Pero podría decir en honor a la verdad que sigo escribiendo para ti.
Y si  preguntas por qué, entonces ya somos dos. No sé ni por qué te pienso, ni mucho menos qué haces en esta imaginación. No molestas, no ocupas espacio físico, pero estás. No siempre, pero estás. Y ya que estás necesito hablarte.
Algunas veces me intriga saber que habrás elucubrado a lo largo de estos años, imagino que me tildarías de  obsesiva y quizás, en el mejor de los casos, de extravagante. He barajado más opciones pero rompiste los esquemas y sin apenas darme cuenta me vi inmersa en una espiral de situaciones insidiosas complicadas con mi actitud un tanto  grotesca y  probablemente desatinada. Y digo probablemente porque no era del todo consciente de ese desatino  dado que me dejaba llevar  por emociones intensas que resultaban bendiciones de deleite y magnetismo.

Tecla perfecta de magia secreta, es tu recuerdo. Pero la realidad sigue siendo la misma. Ahora bien, las cosas tienen diferentes perspectivas y por algún motivo, que te juro desconozco, me caes bien, me gustas, me subyugas o todo a la vez  y hablo contigo como hacen los pequeños autistas con amigos imaginarios.
Que eso es malo, inapropiado y estúpido, puede, pero te aseguro que represento el sentimiento más puro y autentico que inspires a nadie en este mundo.
Es algo  tan real, inalienable, sin mácula y delicado que me parece imposible que no lo notes y si  toda devoción  conlleva una reacción, creo que la reacción a este sentimiento anda perdida  por el espacio, dando como resultado  un círculo infinito de eternidad y agradable persistencia.
¿Qué espero de ti? Creo que a estas alturas, nada más ni  nada menos que, una conversación inteligente, algo de complicidad y la sensación de tratar con alguien especial, imagino que hasta brillante. Me preocupa por otro lado, que como dice Antonio Bolinches los grandes hombres no resistan las pequeñas distancias y con ello ratificaría que  idealizo. Soy consciente de este hecho. Puede que necesite hacer un ejercicio de autoconocimiento o  mejorar la autoestima para  no buscar en ti la solución a mis frustraciones.

Pero si la realidad es un eterno ciclo de regeneración, un equilibrio entre fuerzas opuestas, y la razón una situación que no garantiza nada, entonces, te tengo que decir que me sigues gustando.

Aunque intentaba evadirse seguía en este mundo  y el repaso de  algunas emociones,  por intensas que hubieran sido, perdían trascendencia al lado de la muerte. Y es que verla de cerca  produce picos en el estado de ánimo, de pronto te hunde en la tristeza, de pronto dispara la adrenalina y te inundan unas ganas inconmensurables de vivir. Vivir a borbotones, vivir sin sentido, vivir sin normas, solo vivir intensamente.
La forma de morir pone el colofón a la existencia y nuestros mayores, pozos de sabiduría, suelen pedir poco mal y buena muerte, uno de los mejores regalos con que nos  puede despedir la tierra. 
No sé si tenemos un destino o si flotamos como la bruma, lo  único seguro es que la muerte forma parte de la vida y un día u otro todos le veremos la cara.
Un círculo infinito de eternidad y agradable persistencia.