LA MAGIA DE LO INVISIBLE

Ardua lectura

Caminaban, amigas ambas, envueltas en un silencio más o menos pactado y en un entorno agradable que aproximaba sus conciencias.
Hablaron, reflexionaron, deliberaron, valoraron y resolvieron que aunque un sentimiento rebelde la empujara a  seguir creyendo en la magia de lo invisible, había llegado el momento de poner punto final a sus supuestos despropósitos.
Las manos expertas sobre un folio usado estaban tratando de salvar la situación y mientras discurría la vida con fluidez pasmosa, sabía que una parte de su esencia estaba aletargada.
Ya no hay fantasía en la ilusión.
Ya pasaron los días de la emoción.
Aun así  iba detrás de la gloria, porque  todos vamos detrás de algún deleite y resulta tan complicado saber que  lo mejor que posees está dentro de ti, como conseguir un éxito reconocido por todos.
Se repite la historia.
Sólo cambia el actor.   
Es casi tann engreído como arrogante, pero lo adoro.

También podía ocurrir que tuviese su parcela de premio y no lo supiese; desafortunado desperdicio.
Otras veces siente que la gloria está al final de cada jornada cuando toda la familia se acomoda alrededor de la chimenea, leen, teclean el teléfono de forma vertiginosa, duermen acurrucados en la manta o ven televisión como telón de fondo. Cada cual es cada cual, pero todos están juntos.
Quizás la felicidad estuviese en el espíritu y en ninguna otra cosa, por eso se seguía preguntando si una persona que no vive contenta consigo misma encuentra la perfección en algo. Apenas concluye el pensamiento sabe que sí, que la perfección está aquí, en las pequeñas cosas hechas a diario por personas como ella, como tú, o como él.

No era menos cierto que sentía haberle incomodado con su corazón arrogante. Dirigió los sentimientos pero no pudo elegir ni el momento ni el lugar y eso le proporcionó muchos sinsabores.
Se atrevió a salir al mundo en busca de algo que la había conmovido  y en el proceso emocionante de conseguirlo, olvidó que una de las posibilidades era el fracaso. Aquel fracaso la tornó más humilde, más reflexiva. Además el hecho del rechazo había vulnerado su autoestima y en aquel vendaval de sentimientos encontrados buscó culpables, se dio cabezazos contra la pared, blasfemó, pataleó y lo intentó todo, hasta ver que doblegar la soberbia resultaba difícil.
Unos  años más tarde no estaba segura de haberlo logrado  y tampoco  había conocido ningún rechazo fácil de asumir.

Canalizar la frustración  en el papel le daba paz pero seguía sin entender porque si todas las piezas encajaban, la puerta no se abría.
No alcanzaba a razonar como había llegado a aquella situación pretérita de enajenación en pos de la amistad esquiva de una persona  aparentemente frívola, distante y engreída que le había robado la atención, y que sin haber tenido ningún miramiento ni concesión hacia su vida, se había convertido en el centro mismo de la inspiración.

Pero allí estaba ella, esculpiendo con el cincel de la imaginación a un personaje tan inexistente como hechicero.
A pesar de todo  siempre creería en la magia de lo invisible.

Rezó para que aquel alma, desgajada y rota, encontrase lo que estaba buscando.

Departamento de  Educación Física