La tradición
se ha cumplido. Un vez más hemos disfrutado el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de
Viena dirigida por Daniel Barenboim, un
argentino nacionalizado israelí, reconocido mundialmente por a su coraje
personal y por su capacidad para construir puentes y reconciliar lo
irreconciliable. Y ahora la Espérula, una opereta que Johann Strauss dedicó a
un amigo.
El Danubio Azul se baila en la Sala en directo |
Al programa
confeccionado con un variado repertorio de las composiciones de la familia
Strauss y sus contemporáneos le siguen tres bises. En la segunda repetición los
filarmónicos interpretan el tradicional vals «El Danubio Azul» en sus primeros
compases el público estalla en aplausos, yo estoy llorando emocionada, y el
director aprovecha para felicitar el Año Nuevo en su nombre y en el de la
propia orquesta.
Creo que las
únicas flores que no me importa ver
cortadas son las traídas desde San Remo para adornar la Sala Dorada o Größer Saal, literalmente Sala Grande del Musikverein.
La calidad de su acústica es inmejorable y estos techos revestidos de oro al
más puro estilo Museos Vaticanos dan un
aire Real a la música que ejecutan de forma purista los artistas.Viena es una ciudad impoluta que se mueve pausadamente invitándote a descubrir sus secretos a ritmo de vals y consigue que su espíritu se traslade a todos los detalles de este grandioso concierto. Será quizás por la práctica diaria puesto que tiene conciertos todos los días a todas horas. Pasear por sus calles despeja el alma, amén de que en cada esquina la música de la ciudad te acompaña convirtiéndote en un invitado de lujo tras dar palmas con entusiasmo al son de la marcha Radetzky.
Tengo que reconocer que la primera vez
que vi el concierto en televisión fue balsámica pero insulsa. Corriendo el
tiempo también existió una primera vez
para comentar todo lo que observaba, ayudando a la nenita con un trabajo. Pero desde el mismo momento
en que intenté, como las brujas, canalizar
a Strauss por un lápiz, entonces y sólo entonces, quedé
hechizada para siempre.
La visión de un Stradivarius, quiero
pensar que auténtico, que parece poseer la pátina de otro tiempo, nos incita a
pensar en la cantidad de horas de trabajo del violinista; y eso lo cubre más de
gloria, si cabe, que su impecable ejecución. Aunque el esmoquin tradicional con
chaleco y corbata gris a juego que viste, demuestran, que lo clásico nunca
muere y que como en muchas otras cosas de la vida, menos es más.
Este año los
bailarines coreografiados por Ashley Page han llevado un controvertido
vestuario firmado por la revolucionaria diseñadora, también
británica, Vivienne Westwood. En alguna otra ocasión la indumentaria del ballet
corrió a cargo de Coco Chanel o Valentino, los prefiero.
El aire mueve
ligeramente las hojas de un avellano cerca de mi ventana y siguiendo su estela
diviso los cielos azules de aquel, o aquel otro lugar, llevando mi enajenación
a lo infinito hasta que un acorde vuelve a depositarme, no sin cierto estruendo,
en el más puro Strauss y en la fila de partituras, atriles, dedos, expresiones y
vidas de los ejecutantes.
Las polkas son
casi las preferidas, por el aire rápido y vivaz con el que inundan la estancia,
y Barenboim, que físicamente me recuerda a un señor habitual de los sábados en la
cafetería del corte inglés, nos embelesa con el arte que despliegan sus manos.
Anna Lekles
será, desde ahora, un referente en nuestros recuerdos y no queremos hurgar en
el sexismo y el machismo que parece esconderse en las raíces de la Filarmónica
de Viena por no empañar el espectáculo. De todas formas lo están
arreglando; la elección de los últimos
directores va restañando viejas heridas.En este marco auditivo incomparable emerge de los rostros abstraídos del público, un profundo respeto hacia las personas que tienen claro a lo que quieren dedicar su vida, y le dedican cada hora de cada día, de todos los días de su vida
El próximo año la batuta se deslizará bajo las órdenes del indio Zubin Mehta director artístico de la Filarmónica de Israel, será su quinta vez. La orquesta es quien elige de forma democrática al guía para este su concierto. Pues resulta que eso me enternece dadas las circunstancias.
Si queréis asistir algún año a este espectáculo debéis de saber que solamente se venden dos entradas por persona, y eso si salen elegidos en un sorteo previo, por lo menos para los ciudadanos de a pie.