ENTRE MUJERES

DAMA, DAMA

Lo que realmente ama el mundo es una historia de amor, por eso yo las colecciono. 
Créeme, me encanta la forma en que ella quiere, incluso sin vivir en la realidad, la ternura inunda  sus ojos y ocupa toda la habitación.
Después de abrocharle el último corchete del grueso camisón de franela, mi madre, sentada en la cama, me acaricia el pelo mientras me arrodillo para poder abrazarla.
Allí tan cerquita de su venerable espíritu creo recordar aquel latido lleno de sosiego y devoción, quizás porque lo escuché durante nueve meses y, aunque no parezca reconocerme, existe entre nosotras un vínculo especial.
Extraña sensación la de ser consciente de haber vivido dentro de mi madre.
Y nosotras somos  mujeres.

Existía un lugar muy cerca del cielo donde la amistad y la camaradería entre señoras había nacido, por lo menos en su memoria.
Esta lealtad surgía en las entrañas de las personas que tenían el cromosoma XX.
Cuando era niña le gustaba ir allí todos los domingos y jugar con su amiga; cuando fue adolescente le gustaba ir allí los domingos y charlar con su amiga. Siempre le  había gustado ir allí.
Llegaba en invierno y se sentaba en los azulejos blancos, situados a la izquierda de la cocina de carbón encendida,  y le contaba cosas a Valentina.
Familia Pérez Álvarez, Loza 1945(Anita toda de claro)
 Un grupo con tintes matriarcales, abuela, madre,hijas, nietas

Si era verano, se sentaba en el mismo sitio aunque la cocina, encendida igualmente, le calentaba los hocicos.
Su madre se acomodaba en una banqueta de madera, a su lado, y el gato se subía en su regazo.
A mamá le encantaban los gatos, y los gatos querían a mamá que los arrullaba y les daba mimos, entonces ellos agradecían las caricias con ronroneos intermitentes.
Aquellos ratos que pasaban juntas las niñas y las mujeres, no tenían desperdicio en emociones y amores escondidos. El tiempo que pasaron juntas las mujeres y las adolescentes tampoco tuvo desperdicio en sabiduría y buenos ejemplos.
Siempre que se reunían y conectaban mujeres en algún lugar  surgía un universo de sensaciones y de vida; si además compartían lazos de sangre, el entendimiento sobrepasaba los límites de lo normal para convertirse en algo inolvidable y adictivo.

Dicen que el tiempo y el olvido son como hermanos gemelos, pero tengo que apuntar que estoy en  total desacuerdo. Hay cosas que jamás olvidaré. Aquellas veladas en la  cocina de casa de la abuela, donde mis tías, sentadas alrededor de la lumbre, hablaban de lo divino y  de lo humano mientras nosotras escuchábamos, protestábamos, conversábamos y aprendíamos, resultaron unas  veladas  que nunca desaparecerán.
Pocas historias despiertan tanto los sentidos como las de las mujeres de la familia, madres, hijas, hermanas, tías, primas y abuelas; todas mezcladas al calor de un buen café  resultan Gloria Bendita. Deberíamos de  esforzarnos para mantener la tradición.
Ellas y su savoir-faire impregnaron nuestra manera de pensar de forma indeleble y han dejado, detrás de sí,  una aureola de seguridad, plenitud y bienestar emocional que no es comparable con ningún otro tipo de placer.
Supongo que todas somos capaces de evocar a una amiga  y una conversación con sentimiento. Ese alguien que escucha tu corazón, no tiene precio. Y somos muchas mujeres.

Su prima daba vueltas al café con demasiada tranquilidad; no hacía falta que sus rizos se menearan de un lado a otro dibujando en el aire una negación, para saber que no estaba de acuerdo con que airease sus sentimientos –Sabes que es un cretino engreído y te empeñas en seguir regalándole los oídos, podía al menos ser educado.
La verdad, lo que  él hiciera daba igual, era  probable que nunca supiera lo que ella pensaba.
No pierdas el tiempo, decía alguien.
Ternura, amor y emoción; lo que haga con esta información, eso, es su historia. Aún así, es afortunado por contar con mi amor incondicional; querer como  lo quiero, no va a caber en ningún buen verso. Contaba alguna otra.
Cosas de mujeres.

Oigo con agrado la expresión. Me encantan las cosas de mujeres; me gusta sentir que otra fémina comparte de forma tan real mis reconcomios, y en ese prodigioso instante intuyo sus palabras mirando sus ojos, y escuchando sus manos.
Ella entiende lo que digo y sobre todo,…adivina lo que me callo.
Para comunicarme con el corazón de otra dama, dama me sobra casi todo el abecedario; incluso, me sobra el diccionario.
Me atrevería a decir que, en una genuina conversación entre  chicas se encierran gran parte de los deleites del universo.
Existen millones de historias, esperando pasar cada día. ¿Suerte? ¿Destino? Quién sabe.
Disfrutemos del viaje y merecerá la pena el final.

Amor de madre, amor incondicional. Amor de hija, amor desde el corazón.
 Amor, amor. Amor que se ve en los ojos