Parece como si, con un atuendo exquisito, y al son evocador de la
guitarra, todas las emociones del mundo estuviesen desfilando en pantomima aquí
delante.
Todas las emociones del mundo, desfilando aquí delante Foto de Marta Martínez |
Estoy en un rincón de la sala y va mi pensamiento en busca tuya. El
recuerdo es ahora mi guía, pero ya no sé
si tengo fe. Por un momento tuve
intenciones de rezar para que cesase la horrible compenetración que existía
entre mi memoria y tu imagen; poder disfrutar tranquila de la velada, y que
dejases sitio a emociones nuevas. Pero ¿quién que supiera algo de los ciclos de
la existencia, iba a renunciar a la oportunidad de permanecer siempre vivo, por
cargada que estuviese de consecuencias dicha oportunidad?
La luz de las enormes lámparas del techo iluminan la noche. Cada año vivimos
la misma situación, y cada año resulta tierna y diferente.
Los personajes iban llegando al lugar. Engalanadas ellas, informales
ellos. Inmersos en el camino de la despedida; temiendo la calle del olvido y llenos de inquietud por la vida que vendría
a sorprenderlos con nuevas situaciones y diferentes realidades. Apurábamos las últimas
horas juntos, porque como decía la abuela, lo que más rápido corre, es el
tiempo.
Historias que se van. Momentos que quedan. Amigos que nunca nos olvidarán. El placer de haberlos acompañado
en su singladura por el mar tranquilo de la infancia, y las aguas más
turbulentas de la adolescencia, se hace patente en los abrazos. Juventud
eterna; pasión perpetua; secretos a voces, y, devoción sin condiciones. Gente infinita.
Toda conversación que se realiza con sentimiento es un retrato del que
habla. El dialogo es tan solo la ocasión en la que el hablante se retrata en lo
que dice. Después de llevar un rato platicando con aquellos chicos ya sin
uniforme, espontáneos, auténticos, e intelectualmente entretenidos, me di cuenta
de que allí estaba a gusto.
No quiero que nadie me hable en demasía de la gente, me gusta descubrir a
las personas poco a poco y por mí misma. Establezco escasa diferencia entre los
humanos; elijo a mis amigos por sus buenos sentimientos, a mis conocidos por su
buen carácter y a los enemigos por su inteligencia. Uno nunca es suficientemente
concienzudo en la elección de sus enemigos. No tengo ninguno que sea tonto. Son
casi todos personas de cierto enjundia intelectual y en consecuencia todos me
aprecian ¿será esto una fatuidad mía?
Sobreactuar en tono y ejecución, es mi naturaleza. Me encanta tener amigos
de diferentes idiosincrasias, y me
cautivan las canciones en francés. Es una suerte poder descubrir muchos
tipos de temperamentos diferentes e ir aumentando la colección año tras año.
Tantas personas, que portean tantos mundos a sus espaldas, enriquecen a los que
se paran a mirar. Poder interactuar con ellos a niveles profundos y anhelar el
sabor de lo nórdico solo como dato curioso, es un hecho significativo de algo,
no sé exactamente de qué. Al final, me quedo con estos españolitos que dentro
de unos años, no muchos, regirán los destinos en un país de farándula y
pandereta, pero también de mentes despiertas e ideas brillantes.
Creo en las nuevas generaciones…
Pero, nunca me fío de lo que dice la gente ordinaria, ni me interpongo en
lo que hace la gente encantadora. Si una personalidad me fascina, cualquiera
que sea el modo de expresión elegido por esa personalidad, me resulta
absolutamente deliciosa. Por eso, cuando emergió de entre los invitados aquel
agudo intelecto, zigzagueando entre brumas de aprecio y camaradería, tan
familiar a mis ojos como los pinos de la entrada, con sus lentes redondas y su áurea de despiste, para sorprenderme con una declaración de devoción imperecedera, quedé
fascinada. Impactada, y enamorada del género humano. Gente maravillosa.
Amar a quien no nos ama, porque si no, ¿dónde está la misericordia?
Dicen por ahí que llenando una copa de balón con hielo, añadiéndole Bombay Sapphire, y sumando a la mezcla, tónica Fentimans, resulta una pócima medicinal, que
sin saber absolutamente a nada, te
devuelve la tan idolatrada misericordia,
y te repone la caridad cristiana.
Tómate uno y hablemos.
Me gustas, porque eres, como creo debe de ser el mismo amor.