En esta vida me alineo con los que cuentan
historias, con los que usan y disfrutan de las palabras.
Me gusta percibir como
trascendente lo baladí y creo que casi todo, casi cada día, es trascendente. En
el fondo siempre subyace el afán por contar; algunas veces historias sin
principio, otras veces historias sin final, pero quede claro que no soy
escritora. Parece que nunca llegaré a serlo. Miles de palabras enamoran mi mente. Foto María Esther Fernández y Clara Valdés |
Sencillamente paso por amanuense de
las miles de palabras que, a menudo, enamoran mi mente. No es menos cierto, que
me sorprendo, en cualquier momento, garabateando
en toda suerte de papeles para no olvidar la
última idea que me haya hecho la corte. Y aunque ya tengo una edad
considerable y se turba mi memoria
inmediata, sigo teniendo emociones.
No sabía lo que debía de hacer, ni muchísimo
menos sabía lo que sería capaz de hacer. Me había visto caminando en círculos
pequeñitos, que no llegaban a ninguna parte, y me entraban dudas sobre, si lo
que padecía con paciencia, era obsesión o pura intuición. Como consecuencia,
había llegado la conmoción acompañada del convencimiento, por enésima vez en
los últimos años, de que iba a dejar de soñar. No soñaría contigo, no soñaría
con mis padres vivos, ni soñaría que volaba.
Y recuerdo
los sueños con todo lujo de detalles.
Volaba a unos metros por encima del suelo, entre las
copas de los eucaliptos que protegían la cuesta desde donde se accedía a la
casa. Seguía discurriendo por el camino dando la vuelta al edificio para entrar
por la puerta principal. Subí las
escaleras y sentí el resguardo de un sitio cerrado, pero pegada al techo. Noté
el colorido de las flores, que mi madre cuidaba con esmero, colocadas con mucho
orden en el muro interior, matizado con pintura plástica, mitad blanca, mitad
gris. Entonces los vi, y sin saber ellos que estaba allí, se les
notaba en la cara que me querían. Pensé, persuadida por esa enseñanza extraña
que aportan los sueños, que debería de valorar con más
conciencia aquellas relaciones que pierden lustre por el uso. Un sueño.
A veces en ráfagas de atemporalidad sentía amor, la
suerte de haberlos tenido, y su proximidad, pero era difícil mantener el
interés constantemente.
Alas sobre la casa ancestral que se había convertido en uno de los lugares emblemáticos
de mi vida. Muchas emociones confluían para formar la imagen de mi madre y el
entorno en la vivienda familiar como un lugar con identidad propia. Su
naturalidad y la ubicación en una zona aislada y pintoresca, en la que se había
integrado a lo largo de los años, hacía que quienes llegaban a visitarnos se
sintieran sorprendidos y atraídos por su personalidad y embrujo.
El paso del tiempo es mi último desvelo Seguí soñando y viendo los
efectos de ese tiempo en las caras, en los cuerpos y en las actitudes. Aun así,
Álvaro Urquijo y su grupo eran capaces de hacernos pasar un buen rato
reviviendo sensaciones de camaradería grupal, de inmortalidad juvenil, y de
vida después de la media vida.
Se generaron momentos de tanta comunión con el
ambiente que se desvaneció todo lo que pudiera parecer desajustado en nuestras
almas, para convertirnos en parte de aquellas historias. Por la calle del
olvido vagaban tu sombra y la mía, entonces alguien sonríe y me agarro fuerte a
ti,
porque ahora no persigo sueños rotos, y
sé, que la locura se está quedando dormida. Olvidé que tuve una ilusión, y me
ganó la fuerza de un espejismo. Bien
por Los Secretos, y mejor por la agradable compañía de Anita Vega y Claudia G. Lacazette.
Sigamos existiendo chicas.
Todos tenemos algún secreto celosamente guardado entre los hilvanes de
nuestra piel. Cuando conoces algo prohibido de otra persona, de algún modo, tienes
la llave de su comportamiento. En las profundidades de las emociones viven los
héroes, y en la corteza de los sueños los gigantes. Tú eres la estrella; el más
amado por los dioses; de la familia de los héroes. Me gusta soñar,… es mi
secreto. Dime el tuyo.
A saber, este curso, algunos de miss abnegados
compañeros, deportistas todos ellos, y yo, trabajamos hasta finales de julio.
Si se os ocurre algún motivo coherente para hacernos una visita, estaremos
encantados de veros.