Espero que os apetezca leer mi próxima novela: Los Nietos del Diablo. La fotografía de Ana García de Loza |
A continuación tengo el gusto de presentaros una parte de un capítulo de mi próxima novela que se titulará, Los nietos del Diablo, que será publicada por Camelot, y que verá la luz allá por el mes de marzo de 2020. ¡Os gustará!
"A pesar de viajar como
una persona privada de libertad, y hacinado como sus compañeros en la parte de
atrás de una camioneta, el viaje hasta Galicia tuvo su encanto. Los prados
surgieron de pronto recordándole a Celucos, donde a saber qué harían su madre,
de la que ya no sabía nada desde que lo metieran preso, y sus hermanos que también estaban entre sus mejores
recuerdos. Cuando el que iba sentado a su lado se inclinaba hacia adelante él, estirando el cuello, podía ver a lo lejos los húmedos bosques de robles que se diluían entre
la espesa niebla del atardecer. La camioneta se había parado en mitad de un
pueblo y oyó como un perro ladraba y paraba de pronto, para ladrar de nuevo con
más ganas diciendo quién sabe qué. Una de aquellas veces que su compañero se
echó hacia adelante garabateó un nombre en el cristal de la ventana. Escribió la
palabra, JESUSA, con todo esmero pero las letras se convirtieron enseguida en
minúsculos regueros que se deslizaban serpenteando hacia el marco de la
ventanilla del camión. Su compañero le mandó apartar para acomodarse cuando el
nombre de su madre ya se había convertido en un jeroglífico indescifrable así
que lo borró suavemente con la palma de su mano y el frío impasible del cristal
consiguió respigarlo entero, y él, que no era de muchas intuiciones, entendió
que su madre debía de estar enfadada. Entonces, y por un momento, recordó su
niñez llena de hambre y encanto a partes iguales, cuando sus hermanos y él
mismo eran amigos de las nubes, porque encima de ellas, cabalgaban a
horcajadas, las leyendas de la infancia que venían hoy a joderlo aprovechando
la niebla espesa.
Con la vista perdida en
el infinito y los miedos martilleándole la cabeza observaba los húmedos bosques
de robles que desfilaban ante sus ojos a velocidad de rayo. Y pensaba en la
despedida de Paulita tan silenciosa pero tan intensa. ¡Cuántas cosas se dijeron
sin palabras mientras, José el de Loza y Benigno de la Sierra, esperaban para
acompañarlo a la salida del pueblo!
Tanto para él como para
los demás reclusos asturianos, porque cántabros eran muy pocos, la noticia del
indulto fue recibida con gran alivio. ¡Que atrás quedaba Loro! Habían llegado a
Celanova hacía mil años y desde entonces estaban en el viejo monasterio de San
Salvador de donde pasado el tiempo saldrían en libertad para buscar sus vidas
perdidas"
Ana García de Loza