Decidme que sí, que alguna vez habéis sentido que todo cambia y que estáis perdidos en vuestro entorno; que es mentira, que realmente no controláis nada ni a nadie y que lo mejor es dejarse llevar. A veces nos pasa.
Que conexiones extrañas tendrán lugar en mi cerebro. |
Otras veces, decidme que sí, vuestra memoria juega
con vosotros y os ocurre como a mí el otro día: Salgo de mi despacho con uno de
mis compañeros y veo acercarse una silueta, recortada contra el cielo azul de mi
querido Colegio, una silueta grande y llamativa con mascarilla y lógicamente sólo
con sus ojos a la vista; se acerca a nosotros y nos dice:-¡Hola! ¿Me conocéis?
Que conexiones extrañas tendrán lugar en mi cerebro
que mirando aquellos ojos durante una décima de segundo, dije:-Tomás Trabadelo-Todos
nos quedamos quietos e incluso asustados, y yo, atónita. El exalumno continuó
diciéndonos que tenía cuarenta y ocho años y que lo habíamos visto por última
vez hacía la friolera de treinta años y, además, era padre de una niña que actualmente pertenece
a nuestra comunidad educativa.
Esa noche cuando se apagaron las luces de mi cabeza,
me preguntaba de donde me habría llegado el chispazo para dar con el nombre
exacto del muchacho, pero tampoco hay que darle mayor importancia porque cosas
de ese calibre me ocurren a veces.
Mi hija me dice que no,
pero a veces siento que he vivido tantas cosas, he sentido tantas emociones, me
enamorado de tantas situaciones, he admirado a tantas personas, que eso
significa, de forma definitiva, que me he hecho mayor,…tan mayor. Pero aun así
pienso que la vida es algo fascinante, tiene magia, es poesía, es puro arte. La
vida tiene que ser música, tiene que ser limpia, tenemos que vivir con nuestra
conciencia y, ya se sabe, vale más estar
a gusto con uno mismo que tener razón. No debemos de juzgar a nadie a la ligera y en este punto
siempre recuerdo a mi madre, Anita, que era la abogada de las causas perdidas.
Valoremos nuestro tiempo, observemos hacia donde nos lleva nuestro caminar y
vigilemos nuestros pies, disfrutemos de cada una de nuestras pisadas. Nunca el
hacer bien a alguien fue tiempo perdido.
Dos días atrás, a las
trece horas en Asturias, yo, hija de hombre carismático y mujer generosa, con
corazón de atleta, la cabeza llena de palabras y el alma de maestra,
estaba en un mostrador y a mi lado una mujer, a la que yo había mirado sin ver,
me dijo: -¿Profesora?-Y en ese preciso momento, otra vez el chispazo al ver
unos ojos que no miraba desde hacía miles de años:-¿Juncal? Juncal Salván Meana
vino a mi cabeza.
Siempre digo que algo
me une a mis alumnos, algo que no se borra, ni se olvida, es un algo que me
produce esos chispazos en la memoria y que consiente que todos y cada uno de
ellos permanezcan en mí porque puedo decir, sin temor a equivocarme, que ellos
me quieren porque yo…los quiero. También es un honor haber formado parte de sus
vidas; espero haberles inculcado alguno de los valores que para mí siempre han
sido fundamentales y, sobre todo espero, seguir estando por siempre en su
corazón.
Y desde aquí les digo,
como Virginia Woolf, que no tengan prisa, que no necesitan brillar, no
necesitan ser nadie salvo ellos mismos.
No tengáis prisa, no necesitáis ser nadie salvo vosotras mismas.
La foto de CARLA PASTOR y BLANCA DE LAGO.