A veces la realidad te
cambia el paso y te planteas hasta donde es bueno seguir soñando; y lo digo yo,
una soñadora de oficio.
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Como sobrevivir a la conjura de los necios |
Podemos afirmar que todo
va bien, y sin embargo vivimos un mes difícil; un mes lleno de cosas que podían
haber sido y no fueron. Un mes de no ver, de no tener, y de no conseguir. Entonces
me planteo cómo podré sobrevivir a la conjura de los necios, a las largas
noches del invierno y a la profunda tristeza de esta oscuridad sin sueños. Sé
que todo pasa, pero hay que pasar por ello: por el desencanto, por la soledad
de los abatidos, por la tristeza de los solitarios y por este puto invierno que
me hace pedir, cada dos por tres, paciencia ¡Algo tengo que aprender!
He oído por ahí que hay
dos tipos de verdades, las pequeñas y las grandes. No sé cómo será de grande
esta verdad que cultivo desde hace años, pero tened claro que lo contrario de
una gran verdad, también es verdad. Por otro lado me estoy dando cuenta de que
los hombres pobres están hambrientos, de todo, de lo que sea; y los ricos están
orgullosos, también de todo, de lo que tienen y de lo que pueden tener; y en
medio de estos dos estratos vivimos los que, como yo, estamos hambrientos de
algunas cosas y orgullosos de otras.
Se diría que necesito
gran energía para lograr un poco de equilibrio, cosa que por temporadas se repite, así que te has convertido en el armónium de mi vida intelectual y
busco, con delicadeza infinita, pormenores en tu devenir que yo no haya
apercibido hasta ahora, porque cuando encuentro esos pormenores, contemplo la
posibilidad de convertirte en real; y otra vez a vueltas con la paciencia. Aun
así, has hecho de mí, honrando viejas
costumbres, una valerosa gentildama,
pura y meticulosa a la cual, Bernini, no tendría nada que objetar.
Por lo tanto llegamos a
la conclusión de que carezco de la paciencia suficiente para muchas cosas, y
adolezco de la paciencia infinita que se necesita para lograr otras. Pero sueño que algo bueno
existe en mi relación fluctuante con esa paciencia, con la luz y contigo; y es
que me he convencido de que el orden
de los pensamientos íntimos expresados con medida, siempre con medida, debe de
ser una terapia, y cada cual debe de decir lo que quiera decir y soñar con lo quiera soñar.
Estos sueños han sido
la piedra angular de mi vida. No sabría renunciar a ellos y jamás los he agotado; porque no solo me dieron la tranquilidad
de espíritu suficiente para pensar a mi gusto, sino que me dispensaron de
sobrecargarme con otras ideas que me habrían ahogado; y luego está el tema de las
exquisitas cartas, esas que se escriben cuando uno sueña, en un momento tan decisivo
como único, y que aportan consuelo y complacencia.
Por favor, por favor,
que la realidad nunca nos aniquile los sueños ¡Todos no, por favor!
Porque amigos, ¿qué nos
quedará si no soñamos?
PD. El libro que ahora leo de, Marguerite Duras,
tiene de especial que tú lo has leído, y nos muestra un mundo artístico y
trascendente muy cohesionado. Muchas veces, parezco lo que quiero parecer,
incluso sutil; otras veces no.
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Cogitationis poenam nemo patitur. |
Ana García de Loza.