Para que la respuesta sea adecuada, la pregunta deberá de ser la correcta.
¿Qué es la vida? Dice mi amiga, Virginia, que los únicos temas que interesan
a la humanidad son el amor, el sexo y la muerte; por ese orden. Yo le doy la
razón mientras me pregunto cuál de los tres me atrae más; porque sabemos que
todo el mundo pide la verdad pero muy pocos quieren pasar por el trance de
decirla.
Debemos de dedicarle, a aquello que queremos de verdad, el tiempo suficiente. |
Así las cosas llegamos al final de la
primavera y a ese mes de junio, que para nosotros los docentes, no tiene
descanso. Y también en este momento quiero atravesar el viento y llegar al
verano, a un café contigo, a tu reputada velada y a seguir buscando el sentido de la vida; entonces alguien viene y me
cuenta una historia; entiendo que para llevarme a su bando.
Pero curiosamente, y
como una debilidad, debo decir que casi siempre tomo partido habiendo escuchado
solo una de las partes de la historia; por eso el que me habla primero de su
causa tiene más probabilidades de tenerme en sus filas porque también es cierto
que cuando ya tengo una versión de los hechos carezco del interés suficiente, y
a veces de la oportunidad, ni para contrastarlos ni para escuchar a la otra
parte.
Creo sinceramente que es un buen momento
para pensar en el sentido de la existencia y
para volver a confiar en la magia de los proyectos bien hechos: con tiempo, con
tranquilidad, respetando su proceso y andando un camino. Dejemos de echar a los
demás la culpa de nuestros fracasos y pongamos en orden nuestras prioridades. Debemos
de dedicarle a aquello que queremos de verdad
el tiempo suficiente para que se convierta en parte de nosotros. Yo a
ti, cielo, creo que te he contemplado el tiempo suficiente para recoger el fruto
más exquisito que podía desear: tu amistad.
Y si no la puedo tener entonces hay que
desdramatizar. Porque puedo seguir viviendo sin conseguir muchas de las cosas
que deseo pero lo que no puedo es vivir sin ilusiones. Si añadimos a esto que no me gustan las
personas de poca fe, resulta fácil suponer que los que me rodean son, casi todos,
personajes positivos, entrañables e imprescindibles en mi mundo: A los que
quiero, cada día los quiero más; y a los que no quiero tanto, cada día los
acepto mejor; así, como son.
Él me cuenta una historia
y yo le cuento otra; entonces me pregunto, y deseo que la
respuesta sea afirmativa, si para el hombre del que os voy a hablar a continuación,
buscar el sentido de la vida también sería su salvación. La última vez que lo
vi, en una mente sabia y en un rostro sin edad, curtido por el sol de la media
Italia, mantenía viva la ternura de su alma incluso cuando hablaba de la mafia
y de sus tejemanejes en el barrio de la Pigna, donde él vive. Las anécdotas que
llegaron a mis oídos que sin ser ingenuos, son frágiles, me hicieron reflexionar
sobre las tan variadas condiciones en las que se puede desenvolver el
día a día de las personas y, entonces,
llego al a conclusión de que algunos nos quejamos de vicio, como decía mi
madre.
Tengo constancia de que
a pesar de la vida, la gente seguirá teniendo ilusiones, añorando amigos y
desoyendo verdades, pero yo doy un voto de confianza a lo que predica Dostoievski: Hay que amar la vida antes de amar su sentido porque tener ilusiones
lo cura todo y te permite ser aceptablemente feliz en un mundo donde gobierna
el caos. El hombre tierno de la media Italia del que hablábamos
antes, es la prueba irrefutable de que puedes ser feliz en medio de las condiciones
más adversas; y seguramente su devenir continuará tal cual está porque hay pocos
momentos en nuestra existencia en los que no seamos cómplices de nuestra
realidad.
Sin embargo vuelvo a preguntar: ¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es el
propósito de nuestra vida? Entonces un murmullo
lejano me dice: hay que ser valiente para perseguir tus sueños pero necesitas más
valor aun, para soñar. Me consuela
saber que un escritor sigue siendo aquel que sueña aun sabiendo que hay un mundo diferente
en el reverso de cada letra.
Este hermoso desastre me ha llamado la atención. |