La frustración de un
mundo que endiosa la superficialidad solo puede contrarrestarse llenándonos las
manos de tierra para buscar lo bueno, y comprometiéndonos
con nuestra existencia. Pero en ese compromiso con la existencia y para buscar
lo auténtico, a veces, me salto los códigos de la ética y vivo presa de la
imaginación. Andando en esas lides,
elaboro mi propio código de conducta en el que dejo constancia de un compromiso
con mis ideas, y contemplo solo de soslayo lo que me rodea; entonces las más sencillas
normas de buen proceder quedan ninguneadas; mi viejo caballo de batalla.
Y al cometer ignominia contra esas normas de buena
educación, ofendo a los unos, y en el mejor de los casos, asusto a los otros.
Cuando la imaginación toma el mando, la realidad tiene poco que hacer. |
Si añadimos a esto, que
en no pocas ocasiones adolezco de la
facultad de la reflexión, el asunto se enreda. Dicen que cada historia tiene su
sitio y su momento, por eso tal vez, esta semana y para solventar mis desafortunadas
actuaciones, han llegado hasta mí las sabias palabras de una persona que, desde
el cariño, me colocó enfrente de la realidad.
Una cosa es contarlo y otra muy diferente, topárselo de cara. Cuando
me vi allí, frente a los descalabros que pudo haber causado la naturalidad
unida a la falta de reflexión, se paró el mundo. Si llevada por impulsos, siempre
sinceros, pero eternamente desconcertantes, he ofendido, asustado o molestado,
entonces, algo estoy haciendo mal. En ese momento justo, no antes ni después, las
consecuencias de mis actos tomaron las dimensiones de aquel Cíclope, hijo de Urano y Gea, con un
solo ojo en la frente, feo, ridículo y que nada tenía que ver con mis
intenciones. Pero ahí estaba, el muy estúpido, y no sabía cómo desaparecerlo.
Pque pensar por alto que tus actos tienen consecuencias, todos lo hacemos.
Otra cosa diferente es que en el fragor de la vida diaria y envueltas de cotidianeidad haya cosas que no parecen tan malas. Insisto,
cuando la imaginación toma el mando, la realidad tiene poco que hacer, pero vivimos en un mundo en el que ser diferente no
suele ser bueno.
Así que desde aquí me arrepiento de haber sido demasiado intensa,
y me comprometo a no enviar más cartas desbordantes de luminaria, no más
alusiones; no más presencias en la niebla, pque el
egoísmo daña y la sinceridad desgarradora asusta, aunque como el Haka en los maorís,
vinculada con mis raíces y mi patrimonio ancestral está la pura sinceridad. Haciendo
gala de esta última, ofrezco a todos los ofendidos mi propósito de enmienda.
Ha quedado claro que
los detalles importan, y si pasamos millones de días corriendo tras de algo que
no podemos tener, y aceptamos lo que tenemos como premio de consolación,
entonces, vuelvo a decir: algo estamos haciendo mal.
¡Gracias pepito grillo, eres un solete!
Y cuando el error se hace colectivo, adquiere la fuerza de una verdad. Gustave Le Bonn. |