En la noche, deslumbran sensaciones
La propia narrativa en la que vivimos hace que a
veces nos detengamos ante conversaciones
exultantes de buen criterio. Por eso cuando
escuchamos que la sabiduría como
tal, pasa por la encrucijada de saber discernir, sentimos doblegada nuestra
irreverencia. Tenemos la obligación de saber quiénes somos, y que nos hace
felices.
Para entender lo que se escapa a la razón. La foto de COVADONGA VALLINA |
En aquel momento lo ignoraba, pero sabiendo lo que
sé ahora, sería imposible recordar aquellos días sin sentir una oleada de
nostalgia. Por eso te escribo, para entender lo que se escapa a la razón; me he
dado cuenta de que si no escribo no sé lo que siento. Bendita tu paciencia.
La gente que se gana la vida trabajando en la noche
nos llama la atención de forma especial; y
debemos de reconocer que las personas que apuran esa misma noche,
inspiran un poco de turbación. Parecen
una rama de los humanos conectados
con seres medio mitológicos
medio vampíricos, dígase lobos o
diablos.
Véneto nos ha regalado una noche; horas robadas al
sueño con sobresaltos alemanes, bosnios y algún bichito español.
Bajo los
efluvios de esas horas brujas, la realidad cambia de color y los problemas
desaparecen de su órbita habitual para arrebujarse en el limbo temporal del
olvido. Algo tiene la oscuridad que nos trasforma.
Amanecer de ojos cargados; sensación de haber
infringido alguna ley, sin motivo aparente; reminiscencia, supongo, de una juventud tardía o de desolación inmadura, entonces reconocemos que
el Lido de Jesolo y sus amplios campos
cultivados, son un paraíso próximo a la tierra; y esa luz viva y serena que empapa el camino, sigue
iluminando un lugar encantado que invoca en el alma presencias mágicas y quizás
exhortaciones satánicas, pero
acariciando la parte buena de Don Diablo, mi abuelo.
Confesar, que las personas capaces de manejar
ingentes cantidades de poder nos han resultado siempre, si no adecuadas, sí condenadamente
magnéticas. Y pensad chicos, pensad; el poder que nos atrapa, se engalana con
diferentes vestiduras, pudiera ser el poder del dinero frente al de la
sabiduría; quizás nos subyugue la belleza, o tal vez nos atrape la ingenuidad. Pensad chicos, pensad. Conoced
donde están vuestras debilidades, y así nunca sucumbiréis como Aquiles.
Existe un reloj biológico que te transporta a
tiempos inmemoriales. Tiempos donde se
engendraron recuerdos que viven grabados
en la piel, como pecados nunca cometidos. No quiero dormir mientras se aleja
Véneto. No quiero perderme de ti, ni un instante entre este suelo y su cielo. Hago esfuerzos para sentirte en el
alma, para que me sigas inspirando, y
debo de reconocer que aunque lo único seguro es el cambio, sigo queriendo
adorarte.
No debemos confundir estar muertos con querer paz.
Vuelvo a
inmortalizarte sobre el mismo mar Adriático, donde
todos los amores de tu vida
divinos y humanos, reales o imaginarios, confluyen en un punto del infinito, y
entonces, soy capaz de ver una poética en la indiferencia. Tienes el dominio absoluto de los silencios.
Todas las situaciones encajan unas con otras, cuando
son de encajar, así que espero encarecidamente que mis palabras desordenen tu
conciencia.
Insisto, tenemos la obligación de saber quiénes
somos, tanto en el día como en la noche; de asumir de qué color estamos
pintando el mundo; y sobre todo de
discernir de qué color nos gustaría pintarlo.
He pedido diez interesantes
minutos contigo, y con mis razones.
Una manera de recordar que la fantasía hace historias.
Tienes el dominio absoluto de los silencios |