HAY RAZONES DEL CORAZÓN… QUE LA RAZÓN NO ENTIENDE

Es seguro que a lo largo de nuestra existencia debemos de tomar decisiones. Decisiones que cambiarán nuestra vida, nuestras compañías e incluso nuestra forma de vivir. En estas decisiones la razón siempre nos indica su camino, el camino correcto, el lógico, el acertado y en definitiva, el que deberíamos de seguir.
Foto de mi querido alumno, DAVID CAVASS.
Pero también en esos momentos, lejos de aclarar nuestras ideas, el corazón tiene algo que decir, entonces, nos impide avanzar y esgrime sus razones. Estas razones son menos certeras, menos claras, menos adecuadas pero en definitiva son sus razones, las razones del corazón. 

 Y la experiencia me dice que siempre que he tenido que tomar una decisión importante, lejos de apartarme de la razón, me ha resultado más acertado arrimarme al corazón. 

 El peligro de todos los peligros es que no quieras perder nada. Con el cambio de los valores espirituales absolutos, todo aquello a lo que habíamos atribuido sentido, se desvanece: se difumina el límite entre el bien y el mal, se menosprecia la compasión, la cortesía y la buena conversación pero la valentía sigue siendo uno de los goznes importantes para girar hacia rumbos diferentes. 

Y digo la valentía para tomar decisiones que no es lo mismo que la ausencia de miedo. Miedo tenemos todos y debemos de vencerlo si queremos cambiar el rumbo de nuestra vida y no naufragar entre dos aguas y acaso sea cierto aquello que decía Cervantes de que el verdadero valor se encuentra entre la cobardía y la temeridad. 

 Como podéis intuir por mis palabras me inclino, sin perder el rumbo, por las razones del corazón porque la represión de nuestras sentimientos nos proporciona la ilusión de que ocultando una emoción podemos protegernos de ella, craso error. La emoción vive en el cuerpo porque es natural y fisiológica y forma parte de la vida y si elegimos el camino de la razón es probable que pasemos un tiempo somatizando emociones y transformándolas en dolores. 
Y si por el contrario elegimos el camino del corazón probablemente lo que pasemos sean discordancias materiales porque, casi siempre, cuando tenemos que elegir suele ser entre dos puntos bien distantes entre sí. 

 Dice la escritora portuguesa, Lidia George, que la literatura es la belleza del dolor y en la misma línea de pensamiento, yo creo, que hay más intensidad, más inspiración y más fuerza en el desamor, del tipo que sea, y en el desapego que en el propio amor. El desamor te arrastra a la creatividad del corazón en carne viva, a la desazón del silencio del amado, a la incongruencia de la banalidad del sentimiento, a la cruel barbarie del olvido y, por si fuera poco, también creo que dura más en el tiempo un sentimiento de desamor que un amor correspondido. Así es la condición humana. 

 Y permitidme deciros, amigos lectores, que soy litúrgica por la repetición de mis mantras porque creo que el arte desengozna la vanidad de los humanos y por supuesto creo, también como Lidia George, que al mal no se opone el bien; al mal se pone la belleza.

Espero y deseo que hayáis remediado ya vuestras indecisiones y que se encienda la imaginación de todos aquellos que buscan la solución y la espiritualidad en las razones del corazón. Entonces puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que siempre que he tenido que elegir, insisto, lejos de alejarme de la razón, he elegido los caminos del corazón. ¿He estado acertada? Lo ignoro. Lo único cierto es que he pagado siempre con elegancia las consecuencias de mis actos y eso… me hace más humana. 

HAY RAZONES DEL CORAZÓN… QUE LA RAZÓN NO ENTIENDE.
HAY RAZONES DEL CORAZÓN… QUE LA RAZÓN NO ENTIENDE.
                                                                        
                                                                        ANA GARCÍA DE LOZA