EL ÚLTIMO TRAGO


Un turrón  Diego Verdú de la calle Cimadevilla, siete. Un retrato pintado por  Ghirlandaio colgado en la pared. Una copa de cristal de bohemia en el mueble de la abuela. Esta eclosión de belleza en el corazón mismo de las pasiones fugaces ¿no es acaso a lo que todos aspiramos?  Le digo a Muriel que sí.
"Cerré los ojos para poder verte"  Paul Gauguin
Si supieras el espacio vacío que has dejado y que no encuentra la manera de llenarlo. Si supieras que  ella está  perdida y que te sigue recordando igual que siempre. Esa mente resulta, todavía,  un desierto infinito, y tu ausencia la vigila y  la hiere.  Miraba arriba y abajo, las hojas quebradizas se amontonaban junto al seto,  barridas por el viento y volaban rozando el suelo de la calle vacía, pero ella ya no se acordaba  de lo que sentía cuando veía tu cara. Nubes grises pasaban  amenazadoras; ¿tus ojos eran azules o verdes? Sólo recordaba que hacía frío y  le inspirabas el mundo  con esa tu indiferencia sofisticada. Ya ni sabía adónde  habrían ido  a parar aquellas emociones.
Las ráfagas de prepotencia angostaban tu luz y se preguntaba qué si las personas tienen más cosas en común que diferencias, entonces por qué no podía entender cómo, si tú tenías razón, ella, tampoco se equivocaba. 
Parece que con la ayuda de los valores de vida, estás seguro de la verdad de todos tus sentimientos, a los que prestas absoluta creencia sin sentirte nunca turbado por la más mínima duda ¿Nada? ¿No tienes ninguna en absoluto? ¿La república de sus  letras no ha enganchado en ningún punto de tu persona? ¿Los sentimientos, que ella dibuja en  papel, son tan prosaicos, corrientes y  habituales como los que te profesan otras  personas? Desde luego, eres un hombre afortunado.

Y como te iba diciendo, una vez que te has marchado, dueño de toda tu voluntad, ella emprendió el compromiso y  la intrépida tarea de olvidar  tu cara. Cuando parecía llegar al final del camino, una fuerza impía la arrastraba y la hacía prisionera de sus propias sutilezas. A base de darles vueltas, llegó a conclusiones, que no solo era incapaz de rebatir, sino que además iban en contra de sus principios. Definitivamente estaba desatinada en esta historia.
Pues así seguimos algunos de  los desterrados hijos de Eva, pasando ratos con sentimientos de una sola dirección. No obstante, la primera vez que te vio había percibido  que el poder y el impulso de tu persona serían indómitos y  difíciles de llevar.  En definitiva somos aquello en lo que nos convertimos, aunque no nos reconozcamos. Y ella se había convertido en algo patético, siempre esperándote.
Estas tonterías llevan malamente a cosas serias. Y si arrepentida  se hubiera desdicho de lo que escribió enfadada, le hubiese reportado amargas consecuencias. Las mismas que no habiéndose arrepentido; o sea, tu indiferencia. Siempre se debe de poner cuidado en nuestras palabras por si en alguna ocasión nos las tenemos que tragar.

Te habías esfumado como si nunca hubieras existido, y entonces aquel silencio de emociones reverberaba como algo con vida propia.

Pero antes de irte, juega otro poco a este juego de estar y no estar; de ver y no ser visto. O lloremos juntos cantando el,  tómate otra botella conmigo, en el último trago nos vamos.
Ya percibía a  que sabía tu olvido, sin poner los ojos en tus manos pero esta vez  no iba a rogarte, esta vez  te irías de  veras. Ella creía vivir algo tan peculiar como un tesoro, y a ti te sobraban los cuentos de princesas.
Que difícil  tener que olvidarte, sin sentir que ya no te quiera.  La verdad, hueles a delicia engañosa como la  religión, levantando civilizaciones para luego destruirlas. 
Nada le habían enseñado los años, siempre caía en los mismos errores; otra vez a brindar con extraños y a suspirar por los mismos amores.
La manifestación de la belleza en el corazón mismo de las pasiones momentáneas ¿no es esto lo que nosotros, las civilizaciones occidentales, no sabemos alcanzar? Insisto y le digo a Muriel, que sí.

Cuidado con lo que deseas, algún día podrías conseguirlo.
"Algún día en cualquier parte, en cualquier lugar,
 indefectiblemente te encontrarás a ti mismo"
Pablo Neruda.