OS PRESENTO A CARLOTA

Era un alma libre de madrugada cuando su espíritu se escapaba, adormilado aún, de entre los brazos del sueño. Aquella alma flotaba por encima de los pensamientos, de las realidades y en momentos semejantes, no tenía límites.
Para descubrir la vida, la palabra.
Las luces de los focos buscaban sitio entre la bruma del amanecer, la cual presagiaba en muchas ocasiones un maravilloso día. La niebla cubría la tristeza de su corazón con un breve momento de alivio, que el otoño le regalaba, para seguir esperando con entereza.
En uno de esos instantes serenos había decidido descubriros a una de sus discípulas, Carlota.
Como otro puñado de elegidas por la buena química,  que no  por la casualidad, pasaban por su vida alegrándola e impregnando con esencia juvenil  las clases, los valores y el  camino.
Quizás no debería de presentárosla y ser humilde, pero estaba claro que ella no era excesivamente humilde. Aparte de haberla hecho llorar de emoción, le gustaba lo que la chica decía y sobre todo le gustaba que fuera verdad.
Era sabido que le encantaba dar clase. Pero que de vez en cuando algún conferenciante  le espabilase las ideas,  resultaba un lujo. Necesitaba no perder detalle, mirarlo todo expectante; que le ofrecieran en bandeja algo nuevo para pensar; cosas diferentes para la mente; material excitante para su intelecto. Y es que la sensación de ser alumno, que te ilustren y te muestren caminos diferentes siempre resultaba gratificante e invocadora de tiempos pasados.  
A ella le gustaban  las personas. Le gustaba escucharlas, preguntar por sus vidas, los detalles,  los sentimientos y  las emociones. Nunca se había topado con nadie que no tuviese un alma sensible de ser querida y  a cada persona le sobraban motivos, aunque fuesen erróneos, para las diferentes  formas de discurrir por la vida.
El objetivo con mayúsculas no era que la quisieran, si no quererlos. Tratarlos poniendo  el alma, la profesionalidad y todo el amor posible en cada momento. A pesar de parecer sencillo sobre el papel no era tarea fácil si la genética no había colaborado con una carga extra, puesto que semejante don, no puede ser prestado, robado, regalado, ni tampoco adquirido, sin un corazón generoso. 

Dice Carlota: Quiero dar la enhorabuena a una profesora magnifica, no solo es una buena
profesora sino una excelente persona, quiero hacerlo porque está siempre sonriente, por ayudar en todo, a pesar de que a ella en algunas ocasiones no se le puede ayudar. Quiero darle la enhorabuena por ser tan fuerte y preocuparse por los demás, por mirar el bien de su alrededor seguramente antes que el suyo.No dudo que sea una buena madre y menos que sea una buena hija porque después de tantos años en el colegio no pudo ser mejor conmigo en todo, escuchándome y aguantándome en clase. Me acuerdo de que hasta me ayudaba a vestirme cuando era pequeña.
Lo que quería decir con esto y con la foto es que me encanta lo que escribe y como se expresa, como dice lo que siente pero sin casi saber que es ella. Todos, o los que quieran, podrían leer las entradas en su blog. Se lo dedica a su madre y algunas entradas a alumnos o exalumnos de Meres.
A mí me encanta “Para ti querida Isabel”

Estaréis de acuerdo conmigo que este texto  merece toda mi ternura y agradecimiento, porque estoy segura que es  uno de los mejores premios que me van a dar en la vida.

Gracias Carlota

Y como dice el Profesor, para descubrir la vida, siempre la palabra.
Seguís siendo  princesas en mi memoria